La guerra contra la gripe se recrudece

Juan Gestal Otero AL DÍA

OPINIÓN

27 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se cumplen estos días cien años del inicio en Freetown, Boston y Brest, de la segunda onda de la pandemia de gripe de 1918, la más letal, que se extendió rápidamente por todo el mundo, infectando a 1 de cada 3 de los 1.500 millones de habitantes del planeta, y ocasionando la mayor oleada de muertes desde la peste negra. Fallecieron de 50 a 100 millones de personas, más que en la dos guerras mundiales juntas. Entonces no había vacunas, ni antibióticos para tratar la neumonía bacteriana, principal causa de muerte; ni se conocían los virus, atribuyéndose su etiología erróneamente al bacilo de Pfeiffer, y los médicos carecían de adecuada formación, medios diagnósticos y medicamentos.

Hoy, cien años después, sí disponemos de vacunas, que muchos son reacios a utilizar, y de antibióticos, que en ocasiones utilizamos mal, así como de medios de tratamiento de sostén que permiten salvar muchas vidas.

En Galicia, a pesar de los importantes esfuerzos de la Dirección General de Salud Pública, no damos alcanzado el modesto objetivo de cobertura vacunal (65 %), inferior al recomendado por la OMS (75 %), en la población mayor de 65 años (57,96 %) y, aunque aumentó, continúa siendo muy bajo en el personal sanitario (38,85 %).

Durante la pasada temporada sufrimos una onda especialmente ancha, coincidiendo con un tiempo muy frío sostenido, circulando los virus B predominantemente las primeras semanas, y luego conjuntamente con el A(H3N2), manteniéndose la transmisión a un nivel alto durante más tiempo del habitual, duplicándose los ingresos hospitalarios (3.841) y el número de fallecidos (251, frente a 138 de la temporada anterior).

La gripe continúa siendo un importante reto para la salud pública. En Asia siguen detectándose casos humanos producidos por diferentes virus aviares con elevadas letalidades (30-60 %), y la amenaza de una pandemia continúa activa. Pandemia que ocasionaría más estragos que la de 1918, en una sociedad que piensa que sus sistemas sanitarios pueden hacer frente a cualquier desafío.

Las vacunas son todavía de cepa, lo que obliga a vacunarse cada año, dependiendo su eficacia de la similitud antigénica con las cepas circulantes, existiendo frente a ellas un incomprensible rechazo a pesar de carecer prácticamente de efectos secundarios y de alcanzar generalmente alta eficacia.

Es preciso que los profesionales sanitarios nos concienciemos de la importancia de vacunar a nuestros pacientes y nos vacunemos nosotros también para protegerles, predicando con el ejemplo, y redoblar los esfuerzos para desarrollar una vacuna universal que permita ganar definitivamente la batalla a la gripe.