Pintadas y arte urbano

David Pintor
David Pintor TRIBUNA

OPINIÓN

16 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevo tres días en Montreal y una de las cosas que más me ha sorprendido ha sido la gran cantidad de murales que hay por las calles. Desde pequeños muros hasta gigantescas medianeras, murales de estética abstracta o retratos enormes de algún canadiense ilustre, como Leonard Cohen. Descubro, además, que desde hace seis años se celebra aquí el Mural Fest, un evento dedicado al arte urbano en el que artistas de todo el mundo son invitados a plasmar su arte en algunas de las calles más importantes.

Un festival que busca democratizar el arte, en el que confluyen artistas, galeristas, músicos y un público muy interesado en nuevas expresiones artísticas. Paseando por Montreal, uno puede ver más de un centenar de murales, de estilos muy diversos, que acentúan el carácter cosmopolita y abierto de esta ciudad. Es todo un ejemplo de cómo la pintura puede aportar un valor añadido al paisaje urbanístico, además de permitir a muchos artistas tener una visibilidad que muchas veces se les niega en los museos de arte contemporáneo.

Nada que ver todo esto con el acto vandálico que supone dibujarle unos bigotes a una escultura de la catedral de Santiago, o las prescindibles pintadas que aparecen de manera furtiva e ilegal en nuestras urbes. Es necesario empezar a distinguir claramente los dos fenómenos, pues mientras uno enriquece a las ciudades y permite a muchos artistas desplegar su creatividad, el otro es la expresión de la ignorancia y la más condenable falta de respeto. Iniciativas ejemplares las tenemos muy cerca, como el festival Desordes Creativas, en Ordes; o el Rexenera Fest, en Carballo, donde hay una coordinación entre los propietarios de los muros, el Ayuntamiento y los artistas para que todos salgan beneficiados.

Menos pintadas y más arte, por favor.