Hay que invertir en ingeniería

Sergio Couto, Jorge Cascales y Ricardo Rico Rubio TRIBUNA

OPINIÓN

15 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

en los últimos meses, diversas obras de ingeniería han sido noticia por colapsos, tanto en la construcción, como a lo largo de su vida útil. Ambos casos deben abordarse de diferente modo, pero el objetivo debe ser idéntico: la estructura debe ser segura a lo largo de todo el período en el que va a servir a la sociedad.

El primer derrumbe de este año, en enero, fue el del puente Chirajara, en Colombia, durante su construcción. Posteriormente, una pasarela en Miami, faltando pocos días para su inauguración. A principios del verano ocurrió algo similar en parte de la estructura de la recién inaugurada plaza Artz Pedregal, en Ciudad de México. Sin ir tan lejos, esta semana se hundió parte de un pantalán en el puerto de Vigo. Y ayer nos hemos sobrecogido con el colapso del puente Polcevera en Génova.

Muchos de estos casos conllevan un coste de víctimas humanas inasumible. ¿Son estos accidentes evitables? ¿Qué medidas se toman para ello, y cuáles se deberían implementar?

Primero, hay que abordar los accidentes durante la construcción. Habitualmente, el montaje de una estructura es el momento más delicado en la vida de esta. Los ingenieros que hemos estado involucrados en procesos constructivos comprometidos tenemos marcadas a fuego estas catástrofes. Muchas veces son accidentes, y otras errores humanos, o de proyecto. Para evitar o minimizar este tipo de accidentes se debe contar en el proyecto y construcción de la estructura con el capital humano y medios acordes a lo que se está manejando.

En segundo lugar, hay que analizar los accidentes durante la vida de una estructura. Las Administraciones públicas tienen que ser conscientes (y muchas lo son) de que las infraestructuras necesitan mantenimiento, y eso debe estar previsto en la fase de proyecto. ¿Es barato? Puede que en números absolutos no lo sea, pero sin lugar a dudas lo es comparado con el coste humano y económico acaecido cuando ocurren catástrofes como las descritas. Que en el caso de Vigo no haya habido víctimas mortales no nos debe hacer bajar la guardia.

Nuestras infraestructuras necesitan cuidado. Estas inspecciones, que se hacen, y bien, pueden detectar errores de proyecto o construcción, una exposición a cargas excesivas por cambio de uso, la presencia de agentes meteorológicos o químicos agresivos, o cualquier accidente.

¿Cómo se articula esto en términos prácticos? Se establecen por las normativas distintos niveles de inspección periódica. En caso de que en dichas revisiones se detecte alguna anomalía, entonces el nivel siguiente se realizará de un modo más detallado y riguroso.

Por suerte, las estructuras suelen avisar previamente a un colapso de diferentes maneras. Es labor del ingeniero especialista saber detectar, valorar y calibrar estas patologías a tiempo. No se debe permitir que criterios meramente económicos o políticos primen frente a criterios de seguridad.

Estas inspecciones deben ser realizadas por personal altamente especializado. No es suficiente con pasearse por las estructuras marcando estadillos de papel sin el criterio o conocimiento necesario (tal y como describe Gombrich a «ciertas personas que pasean a lo largo de un museo con el catálogo en la mano»).

La clase política debe entender que la inversión en ingeniería especializada redunda en la economía de un país y lo coloca a la vanguardia, a la vez que la sociedad debe demandarlo de manera tajante, para sentirse más segura.

Debemos hacer una profunda reflexión y aprender de estos accidentes para no repetir la historia, y debemos poner todos los medios al alcance para cuidar nuestro patrimonio y nuestras infraestructuras en aras de la seguridad.