Cuestión de respeto

J. A. Ponte Far TRIBUNA

OPINIÓN

04 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las personas tenemos la obligación de razonar sobre lo que hacemos, de adaptarnos a los cambios sociales, de mejorar nuestra conducta individual y colectivamente. La educación es un poco eso, ir puliendo defectos y afinando las virtudes. Yo recuerdo la gracia que me hizo, hace muchos años, un piropo que le dijo un chico que iba con otro amigo a una chica que iba sola por una calle céntrica: «Si ser guapa fuese delito, a ti te saldría pena de muerte». La frase era ingeniosa y halagadora, no podía molestar a la destinataria, que respondió con una mirada evasiva. Todos éramos jóvenes y las costumbres, otras. Pero los tiempos han cambiado, y con ellos también los conceptos de respeto y convivencia entre hombres y mujeres. Porque hoy la deseada igualdad entre géneros no nos permite dirigirnos a una mujer, que pasa accidentalmente a nuestro lado, para calificar su físico de bueno, malo o regular. No tiene ninguna justificación convertirla en destinataria de algo que ella no nos ha solicitado. Nadie tiene ningún derecho a invadir la intimidad de una mujer, conocida o no, con frases o palabras que ella no nos ha solicitado. Aunque sean halagadoras e ingeniosas, como nos parecía en aquellos tiempos a los jóvenes de entonces.