Gobierno ideal para soberanistas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

25 jul 2018 . Actualizado a las 07:39 h.

Las campanadas de la Berenguela sacaron a Corvus de su sueño. Estaba amaneciendo. Abrió los ojos y, allá arriba, vio como, sonrientes, los veinticuatro ancianos del Apocalipsis afinaban cítaras, violas, salteios y zanfonas. Se acordó de Rosalía. «Védeos, parece que os labios moven...».

La situación política continúa siendo cambiante. Vertiginosamente cambiante. Aunque ya estamos acostumbrados, nos sigue sorprendiendo que una noticia de impacto de la mañana deje de ser válida a mediodía y antiquísima al anochecer. Ocurrió ayer, una vez más. Nos levantamos con la sensación de que el Gobierno Sánchez estaba en las últimas, emparedado por sus cuatro costados: por el derecho, por un PP con renovadas ganas de pelea, que prometía boicotear en el Senado el límite de gasto; por el izquierdo, por un Podemos que criticaba ese límite por insuficiente para una buena política social; por delante, por un Puigdemont consciente del valor de sus escaños en el Congreso «y se tienen que hacer valer», y por detrás, por una opinión publicada que acusaba a Pedro Sánchez casi de corrupción, por haber ido a un concierto en el avión oficial. «Agenda de cultura de noche», que dijo la vicepresidenta Calvo.

Tal cúmulo de curvas en la carretera de La Moncloa hicieron pensar que se rompían los hilos de las costuras de Frankenstein y que el «Gobierno bonito» había terminado su fase de ilusionismo. Ahora topaba bruscamente con la realidad de los números y los desleales intereses del nacionalismo, capitaneados por un Puigdemont más crecido y mesiánico que nunca. Como poco después la ministra Celaá dijo que «nadie resiste más allá de lo razonable», parecía que aquel Sánchez que soñaba con agotar la legislatura se rendía ante los elementos; singularmente, ante el elemento de 84 diputados que son la representación de la precariedad.

¡Qué error de apreciación, empezando por la ministra portavoz! Si algo distingue a Pedro Sánchez es su capacidad de resistencia y de recuperación de un derribo feroz. ¿Va a tirar la toalla ante el primer obstáculo? Que nadie se engañe: lo razonable en resistencia de Sánchez no está escrito. No descarten ustedes que Moncloa esté alimentando esa leyenda, que tan buenos resultados suele dar. Si Sánchez decide adelantar elecciones, solo será por dos motivos: porque las encuestas del CIS le anuncian que tiene garantizada la mayoría o porque Podemos, PDECat o Esquerra entiendan que les perjudica apoyar al gobierno de Madrid.

Las encuestas van por buen camino, pero hasta ahora no contaban con el factor Casado. Y respecto a los independentistas, tampoco nos engañemos: dejar caer a Sánchez no les reporta ningún beneficio político ni económico. En cambio, hacer como que lo dejan caer les da un poder casi infinito: el de tener la llave de la guillotina y de la caja fuerte. Así que no sufráis, que no habrá elecciones: un Gobierno débil y bajo presión es el Gobierno ideal para un independentista. No le arrancará la autodeterminación, pero sí la subvención.