Del diésel a la religión

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

14 jul 2018 . Actualizado a las 09:23 h.

El Gobierno de los ochenta y cuatro diputados, aunque en realidad ha tenido ciento ochenta avales para alcanzar el poder tras la moción de censura, no pasa un día sin regalarnos titulares por boca de ministros del Gabinete Sánchez, a cada cual más sorprendente para alcanzar los telediarios del mediodía.

Igual da que sea la vicepresidenta manifestando que si no hay consentimiento para establecer relaciones sexuales -el ‘no es no’- implica agresión, y si fuera poco esta declaración para alborozo de tertulianos mediáticos, propugna la señora Calvo la modificación de la Constitución para «la adecuación a un lenguaje inclusivo, correcto y verdadero, a la realidad de una democracia que transita entre hombres y mujeres», lo que ha motivado que el académico Pérez Reverte amenace con dimitir de la RAE si se dan los supuestos que esgrime la vicepresidenta.

Ni un día sin titular parece ser la consigna Sánchez, instalada en los cada día más estrambóticos mensajes que, aunque parezca mentira, son bastante bien recibidos por la ciudadanía y con buena acogida entre las clases populares.

De las amenazas múltiples de subidas de impuestos a las tesis huecas adornadas desde la oratoria bien aprendida en los foros de Bruselas por la ministra Calviño, que tras dirigirse al Parlamento para evaluar el momento económico, tras cuarenta días de Gobierno socialista, fuese y no hubo nada; hay que sumar las declaraciones de la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, modificando la LOMCE, eliminando revalidas y como santo y seña cargándose la asignatura de religión. La misma que se reafirma en los planes de estudios británicos. Es un tema manido, de ida y vuelta, al igual que cuestionar, para empezar a hablar, la enseñanza concertada, a la vez que la ministra la enfrenta, sin que nadie se lo pida, con la enseñanza pública.

Y lo que ya alcanza el primer lugar del podio en la escalada de frases, eslóganes y demás ocurrencias es la advertencia de la señora Ribera, flamante ministra de la transición energética, autora del titular más llamativo de la jornada, cuando asegura que «al diésel le quedan los días contados», y se queda tan tranquila. Seguro que no ignora que España es el país más dieselizado de la Unión Europea, que en este país el transporte por carretera utiliza mayoritariamente ese combustible, que cuando se pronuncia una frase lapidaria de tal calibre hay que ofrecer alternativas y plazos, fórmulas financieras y evitar, sobre todo, la alarma social que puede producir tan grave amenaza a plazo fijo.

Pasamos de enterrar, de desenterrar, previamente, a los muertos de nuestra memoria histórica, de organizar un funeral definitivo al dictador, de convertir en no se qué el Valle de los Caídos, y demoler la gigantesca cruz que es su emblema, al maquillaje de frases solemnes que se convierten en chascarrillos al ser pronunciadas.

De lo que nos preocupa, la cuestión catalana, la financiación autonómica, la política laboral, mejor no hablar, lo dejamos para después del verano, cuando anunciemos que queda inaugurado el crujir de dientes colectivo.

Ni un día sin titular parece ser la consigna de Sánchez, instalada en los cada día más estrambóticos mensajes que, aunque parezca mentira, son bastante bien recibidos por la ciudadanía