Sabíamos de la grandeza profesional de James Rhodes, de la dureza de su vida personal y de sus fantasmas, pero nada podíamos imaginar de esa manera suya de ser maravillosa. Después de alabar nuestra siesta, nuestro clima, nuestra alegría, nos ha aloumiñado con sus primeras palabras en gallego: «Este é o meu primeiro tuit en galego. Espero que non sexa un desastre. Encántame estar aquí e quería dicilo. Especialmente a comida. Que teñades un fermoso día». ¿Se puede ser más riquiño? Rhodes pertenece a esa categoría de gente adorable que nos hace sonreír, esa gente que abre el corazón y que usa las redes en nuestro beneficio. Y aunque parezca que son pocos por el ruido que suelen hacer los haters, son muchos más los que generalmente agradecen, suman y abrazan a través de Twitter, Facebook o Instagram; a veces compartiendo aquello que les gusta o usando, como Rhodes, su poder de convocatoria para engrandecernos y dar ejemplo. Como ha hecho él, poniendo en valor nuestro idioma, escribiendo en un gallego perfecto y ensalzando toda nuestra riqueza, a la que le ha puesto toda la voluntad y cariño. Es difícil corresponder a la campaña de márketing tan magnífica que James Rhodes nos ha hecho en un solo tuit, pero por lo de pronto lo acogemos desde aquí como «galego ilustre» de corazón. ¡Viva la gente riquiña como James Rhodes!