Europa: si más necesaria, más incierta

OPINIÓN

28 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La importancia del Consejo Europeo que hoy se reúne en Bruselas no la da su orden del día, que, a pesar de ser apretado y de gran importancia sustantiva, también resulta reiterativo y grandilocuente, como si no pudiésemos avanzar ningún problema sin tratarlo -al menos- en seis cumbres históricas. Tampoco la da la presencia, por primera vez, del presidente de Gobierno más guapo y molón de toda la historia de la UE, al que no le va a ser fácil hacerse un hueco entre sus colegas a base hipertrofiar una agenda social y simbólica que los órganos comunitarios interpretan como una relajación de las políticas de ajuste fiscal. Porque lo que de verdad marca la trascendencia de esta cumbre de hoy es la presión que ejercemos los ciudadanos, cada vez más escépticos y desnortados, sobre unos líderes que llegan a Bruselas muy debilitados por la actitud casi nihilista de sus votantes, y por la presencia de una ultraderecha ensoberbecida y de una izquierda cada vez más populista.

La seria gravedad de este momento la imponemos los ciudadanos, que, tocados por una irresponsabilidad cósmica, votamos y actuamos como si quisiésemos destruir la UE, como si, en vez de darnos cuenta de que dependemos de ella para fijar nuestra posición en una comunidad internacional muy competitiva y desleal, estuviésemos motivados por la morbosa curiosidad de ver qué pasa si, a base de coquetear con los nacionalismos, la xenofobia y el populismo, metemos a nuestros dirigentes en un callejón sin salida.

Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se reúnen hoy en Bruselas para debatir cuestiones tan graves y urgentes como la seguridad, la defensa y las relaciones exteriores; la gestión del brexit; las guerras comerciales; la nueva regulación del euro y la necesidad de un presupuesto que avance en la creación del espacio social comunitario y de los mecanismos de respuesta a futuras crisis financieras. Pero esa agenda, que en términos sustantivos tiene dimensión histórica, va a embarrancar y quedar otra vez empantanada por la sobreactuación y la desmesura que estamos soportando en materia de migraciones, y por la presencia de líderes populistas, nacionalistas y xenófobos que atacan en su esencia el futuro de la UE.

Aunque no está de moda decirlo, porque los tiempos van de indignación y desbarre, Europa está en una grave encrucijada que, lejos de tener su fundamento en la actitud y la conciencia de unidad de sus dirigentes, está siendo impulsada por grandes bolsas de votantes que, mientras piden igualdad, integración y solidaridad, no dudan en votar a los xenófobos, nacionalistas y populistas que han enfilado su proa contra el proyecto de la UE. En días como hoy, en los que el futuro de una Europa libre y unida se debate a tumba abierta, se hace necesario analizar la actitud de los electorados que parecen buscar sus horizontes de libertad y bienestar en modelos de triste cortoplacismo, o en primar el caos del modelo sobre su buen funcionamiento.