En Marea y Sánchez, artistas del simulacro

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

25 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El domingo 17 de junio se juntaron las mareas de Santiago para celebrar, birlibirloque, el tercer aniversario de su llegada a la alcaldía. El acontecimiento pasó de puntillas por la actualidad. Sin embargo, aún hoy, a mí me parece la foto alegre de los últimos meses. Por lo demás, nos asola el desamparo: más migrantes perdidos en el Mediterráneo y el neofascismo que revive en Italia, la libertad provisional de La Manada (esos miserables) y, ya en lo estrictamente político, el no de Feijoo y el no de Sánchez a la reforma de la financiación autonómica, él, que tanto apretó a Rajoy y hasta presentó una proposición para mudarla. Sánchez es la incoherencia en estado puro, igual que Feijoo es la coherencia. La foto -las alegres mareas santiaguesas- y Sánchez, comparten sustancia: la cosmética política en estado puro.

La Voz sintetizaba así la foto de En Marea: «Aparentando sintonía». Estaban Paula Quinteiro y Villares. Los mismos que se acuchillaban por las esquinas de los medios.

Los que hacen una cosa y predican la contraria, maestros de la moda política: la misma que en Madrid ha instaurado Sánchez. Probablemente Sánchez no lee el evangelio de Mateo, por eso va sin crucifijo ni Biblia a su toma de posesión: él, que felicita el Ramadán a los musulmanes.

Tampoco los miembros de En Marea habrán leído los textos bíblicos, imagino. «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y rezar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres».

Por eso el presidente Sánchez, cuando decidió acoger en España a los migrantes, lo primero que hizo fue escribir un mensaje en una red social.

No habló con colegas europeos o españoles. Quiso que su caridad se conociese. También lo decía Mateo: «Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha». Es la nueva política. Que lo sepan las dos manos o ponerse juntos, sonrientes, en una foto «aparentando sintonía». Allí estaban, como dije arriba, Paula Quinteiro y Villares. Beiras y Noriega.

También el diputado Gómez Reino, que le aplaude cada semana a Pablo Iglesias y vota lo que Pablo quiere que vote.

Es el fingimiento personificado en una instantánea que quedará para la historia del periodismo (búsquenla, está en nuestra web), como quedará el tuit de Sánchez: «He dado instrucciones para que España acoja al barco Aquarius en el puerto de Valencia». ¿Y ahora, hoy mismo, qué haremos con todos los que nos lleguen? La política de gestos y exhibición no basta. Es la peor posible. Hueca, pero con rentabilidad electoral. Apariencias y exhibicionismo.

Los que siempre se declararon adalides de la verdad, la izquierda y el nacionalismo, son cosmética. A los mandatarios de Santiago, fotos aparte, habrá que preguntarles qué hicieron para mejorar la vida de la ciudadanos.

Y a Sánchez, qué hace en verdad para resolver el drama migratorio del Mediterráneo. Los artistas del simulacro.