Frente a todas las presiones, Feijoo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

19 jun 2018 . Actualizado a las 08:13 h.

«Galicia tira moito». Esas tres palabras se las escuché a Alberto Núñez Feijoo hace años, cuando se empezó a hablar de él como sucesor de Mariano Rajoy. Me quedaron grabadas porque las entiendo. Las tuve muy presentes estos días, cuando la España política y mediática deshojaba la margarita de su candidatura a la presidencia del Partido Popular. Y al final Galicia tiró tanto, que Núñez Feijoo decidió quedarse en ella. Debo confesar que su emoción en el discurso de ayer me contagió. No es fácil encontrar un político con ese sentido de compromiso con la tierra. No es fácil encontrar un gobernante con ese sentido de la coherencia. Nos es fácil encontrar un hombre dedicado a las tareas públicas con esa capacidad de renuncia a sus legítimas ambiciones.

Esto es más meritorio si se recuerda la presión que su partido y la opinión publicada ejercieron sobre él. Su partido, porque no solo lo quería en la presidencia; es que lo reclamaba. La opinión publicada, porque lo daba por hecho. Yo mismo, que algo intuía, no me atreví a decirlo por timidez ante las tesis dominantes. Y Feijoo resistió. Resistió a pesar de las garantías que ofrece con sus mayorías absolutas y el respeto ganado a pulso. Resistió, a pesar de que el partido necesita un dirigente como él, con lenguaje renovador, incluso con aquella cierta indisciplina para actualizarse que pregonaba José de Maistre: «Creer lo menos posible sin ser herejes, para obedecer lo menos posible, sin ser rebeldes».

Es también verdad que Feijoo alega una fecha de su compromiso con Galicia: 2020. A partir de ese momento, si no decide presentarse a la reelección como presidente de la Xunta, quedará libre para atender las peticiones que seguirán cayendo sobre él. Pero hoy la gran noticia es que no compite. Creo que gana en prestigio y en credibilidad. Creo que su figura, ya muy prestigiada, adquiere una nueva grandeza.

En cuanto al PP, inicia su proceso de sucesión con un tono manifiestamente mejorable. Dos posibles candidatas, Cospedal y Sáenz de Santamaría, están enfrentadas. García Margallo se presenta para hacer la puñeta a la exvicepresidenta. García Hernández habla de renovación total, lo cual puede asustar a la mayoría. Y Pablo Casado tuvo el infortunio de que, la juez que investiga su máster preguntó al Congreso si es aforado. No son buenos indicios para afrontar las primarias del día 5 ni para afrontar el congreso. Aquello que se decía de Rajoy de «después de mí, el diluvio», pensando en el gobierno de Sánchez, a lo peor hay que aplicarlo al PP. No lo deseo, pero no lo descarto. No sería extraño que los barones y la Ejecutiva organizasen una peregrinación a Santiago; pero esta vez para encomendarse al apóstol Feijoo.