En el tambor del revólver hay una sola bala, y el hueco de las cinco balas restantes está vacío. Las margaritas tienen pétalos impares para deshojar los síes y los noes. Pinocho el hijo del viejo Geppeto, era un muchacho educado, pese a ser un personaje de ficción, protagonista de un relato infantil, en los valores tradicionales, pero un día, cuando se dirigía al colegio, fue abordado al salir de su casa por dos pícaros y el que llevaba la voz cantante lo convenció de que no asistiera a la escuela, y el astuto zorro y su compañero gato, en la película de Disney, propiciaron que el personaje de Collodi, una marioneta de madera que luego se convierte en una persona real, fuera engullido por una ballena. Una de las frases celebres de la cultura cinematográfica del western asegura al pistolero que llega desafiante al saloon del poblado un rotundo ‘yo no lo haría, forastero’, y así podría exhumar historias populares que, según mis análisis siempre dudosos -y mi intuición a menudo errada y errática- aconseja que haga saber mi opinión, una vez más, acerca de la conveniencia de que el presidente Feijoo se preste a liderar el Partido Popular en el Estado y ser el candidato a la presidencia del Gobierno español.
Podría apelar a sentencias político literarias de Marco Aurelio, o Michel de Montaigne, o elaborar juegos de palabras más o menos eficaces citando a Hegel o Maquiavelo, pero podían resultar polisémicas en este contexto y prefiero ejemplos más sencillos para argumentar el discurso. Galicia tiene que ser el alfa y el omega del presidente Feijoo, es un rompecabezas donde resulta difícil armar todas las piezas, un puzle complicado, y no resulta cierto del todo que tres negativas son una afirmación. Galicia primero tiene que ser mucho más que un eslogan.
Las actitudes numantinas, la ética del salvador en momentos confusos para izar la bandera del partido en el que milita, son argumentos más propios del siglo pasado que los de una sociedad avanzada instalada en las tecnologías de la contemporaneidad. Avalan a Alberto Núñez Feijoo, tres elecciones autonómicas con mayoría, es un político exitoso que tiene la tarea todavía pendiente de modernizar Galicia, de instalarla en el siglo veintiuno, y conducirla al progreso que sin duda llegará a bordo del AVE, en un par de años. Yo bien sé que mis tesis de permanencia al frente de la Xunta tienen escaso éxito, entre la peña que jalea al presidente de Galicia para que dé un paso adelante, para que presente su nominación a la presidencia del partido de los populares, y el que suscribe ha repetido a lo largo de entrevistas y declaraciones que lo mejor de Galicia es Madrid, pero ahora pienso que lo mejor de Galicia es Galicia. En el tambor del revólver hay solo una bala, las otras cinco no están, o son de fogueo.