Una transición justa con los trabajadores y los territorios

Teresa Ribera TRIBUNA

OPINIÓN

Oscar Vazquez

13 jun 2018 . Actualizado a las 07:37 h.

El nuevo Gobierno de España estrena un Ministerio para la Transición Ecológica. Su nombre refleja el convencimiento del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de que nos encontramos ante un momento crítico, en que el modelo de desarrollo, que tanta prosperidad ha traído desde la Segunda Revolución Industrial, requiere una actualización que garantice el progreso futuro. Un progreso que ha de ser inclusivo y justo, pero dentro de los límites ambientales cuya superación deja una herencia envenenada para nuestros hijos y nietos.

España se comprometió, junto con otros cerca de doscientos países, a transitar hacia una economía libre de emisiones a mediados de siglo mediante la firma del Acuerdo de París a finales del 2015. La descarbonización de la economía mundial es un proceso irreversible, un tren que ya ha partido de la estación y al que España debe subirse cuanto antes para aprovechar las oportunidades que presenta para el empleo y la competitividad, y evitar el sobrecoste y la inestabilidad que conllevan retrasar nuestra adaptación.

Frente a la tentación del cortoplacismo, optamos por ser valientes y mirar de frente, identificando las oportunidades y los desafíos a los que debemos dar respuesta. Se trata de sentar las bases de un modelo económico e industrial viable, con empleo de calidad, pensando en el futuro sin obviar el compromiso con el presente de las personas y comarcas afectadas por el cambio. Supone una oportunidad sin precedentes para España, pero para que sea una transición justa debe identificar todos los impactos eventualmente adversos, y adoptar de manera inminente medidas de protección social y de empleo para paliarlos, facilitando calendarios viables, incentivando inversión en los territorios y asumiendo el compromiso de los actores locales en la construcción de sus sendas de transición.

En muchos sectores y regiones de España las heridas de la crisis, como el desempleo o la precariedad, permanecen abiertas. Entendemos y sentimos la preocupación que existe en los territorios por el hecho de que esta transformación pueda agravar esa situación, y queremos anticipar soluciones cuanto antes. Por ello, como primer paso, debemos compartir urgentemente un diagnóstico sobre los empleos y territorios prioritarios en los que debemos actuar sin dilación alguna. Entender el mapa de nuestras vulnerabilidades y las expectativas y posibilidades sobre el terreno nos ayudará a acordar las medidas más acertadas para generar oportunidades, así como los instrumentos y recursos que las conviertan en realidad. Es fundamental trabajar con sindicatos y actores locales, asegurar los cauces de formación y protección social que permitan construir escenarios de futuro sin generar situaciones traumáticas. Movilizar y dar oportunidades al empleo local, aprovechar los nichos sectoriales más demandados, y facilitar la inversión activa sobre el terreno mientras gestionamos el cambio será fundamental para asentar con éxito las bases de una economía con futuro.

La transición hacia un desarrollo bajo en emisiones no es una opción, sino una realidad.

Pero no es indiferente el papel de las instituciones y las garantías sociales: acompañar el proceso de cambio es indispensable para no dejar a nadie atrás; eludir la responsabilidad es garantía de fracaso. Queremos apostar por la investigación y el desarrollo en los campos más novedosos de nuestro sistema productivo, potenciar la nueva industria auxiliar de un modo de producción de bienes y servicios distinto al que ha predominado en la segunda mitad del siglo XX. Esto nos exige trabajar en nuevas habilidades profesionales y nuevas estructuras de apoyo, nuevas formas de participación en las decisiones y garantías y credibilidad en las propuestas que una sociedad solidaria debe hacer a los colectivos más vulnerables en los procesos de cambio.

España va con retraso en el desarrollo de una estrategia de transición justa que acompañe el cambio de modelo de desarrollo que ya está en marcha. Quiero subrayar mi compromiso personal e institucional con un diálogo orientado a la búsqueda de oportunidades, a la identificación de desafíos y las respuestas justas que estos merecen.

Quiero dedicar mi esfuerzo a facilitar una transición justa, ordenada y solidaria, que cuente con la participación de todos los afectados. Trabajar en ello junto a sindicatos, empresas, Administraciones y ciudadanos. La prioridad es que este proceso no deje a nadie en el camino.