Zapatero en Caracas: el mediador desmedido

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

AFP | FEDERICO PARRA

23 may 2018 . Actualizado a las 08:57 h.

Genio y figura, Zapatero ha culminado una carrera política nacional que lo convirtió en el peor presidente de nuestra democracia con una acción internacional que lo sitúa como un abierto defensor de la satrapía que el chavismo ha instalado en Venezuela. Un triste final para quien tan mal comienzo tuvo al llegar al poder sobre la polvareda de un terrible atentado terrorista.

Para actuar como mediador internacional es necesario, antes que nada y sobre todo, ser aceptado como tal por las partes en conflicto. Cuando el mediador ha sido, además, presidente del Gobierno, su labor de arbitraje diplomático suele hacerse por encargo y en defensa de las posiciones que respecto del conflicto mantiene el Ejecutivo del país al que el expresidente pertenece. Tal es la gran tradición norteamericana, seguida luego por muchas democracias.

Obviamente, Zapatero no cumple ninguna de esas dos indispensables condiciones. Tras haber tomado partido hace ya meses por el Gobierno de Maduro, con quien volvió a fotografiarse sonriente horas antes del comienzo de una ignominiosa jornada electoral que el déspota chavista ha ganado sin verdaderos adversarios y con un récord escandaloso de abstención, Zapatero ha quedado absolutamente imposibilitado para ejercer el papel de mediador, pues no puede serlo quien no es reconocido como tal por la oposición democrática a los autócratas que gobiernan Venezuela. Por si ello no fuera suficiente para desautorizar de plano cualquier intento del exdirigente socialista de actuar como un árbitro entre el chavismo y la oposición que decidió no concurrir a los comicios del domingo por falta de las mínimas garantías democráticas, Zapatero se ha separado de forma radical de la política de la Unión Europea, que calificó, con toda la razón, de fraudulentos unos comicios que no han sido ni competidos, ni libres, ni participativos.

Pero Zapatero va por su cuenta y contra todos los adversarios del régimen venezolano: contra la oposición al chavismo, perseguida por Maduro desde hace años sin descanso; contra la Unión Europea, que descalificó rotundamente el pucherazo vergonzoso del domingo; y contra el conjunto de la comunidad internacional, que contempla atónita el hundimiento de Venezuela en una miseria aterradora: un país donde no hay nada que comprar ni con qué hacerlo, desabastecido hasta límites tercermundistas, con los servicios mínimos esenciales (agua y luz) arrasados, una inflación que superará el 13.000 % en el 2018 y un sistema financiero donde el cambio oficial del dólar está a una distancia sideral del cambio en el mercado negro. Un solo dato que daba el otro día el corresponsal de TVE dice más que mil palabras: con el salario mínimo, un venezolano puede comprar apenas una caja de aspirinas.

Pese a todo, Zapatero defiende al chavismo que abochorna al mundo entero y critica a la UE, según el expresidente llena de prejuicios sobre Venezuela y su última marranada electoral. Sí, señor: genio y figura.