Juezas, periodistas, médicas, profesoras...

Uxio Labarta
Uxío Labarta CÓDEX FLORIAE

OPINIÓN

14 may 2018 . Actualizado a las 07:23 h.

Me gusta imaginar a las mujeres que se manifestaron los 8 de marzo como parte de la teoría de los procesos irreversibles que enseñaba Jorge Wagensberg, y en la que sus reivindicaciones fueron consolidándose por «el papel creativo del tiempo». La manifestación de este año fue multitudinaria, provocadora, vital, alegre, con muchos de los mensajes exhibidos individualmente, en los que cada mujer era singular y se integraba en un movimiento transversal a toda la sociedad. Eran mujeres conscientes de que muy a su pesar, y del de tantas mujeres que las precedieron, vivían en un mundo en el que el poder pertenecía a los hombres. Mujeres entrevistas en aquella Pepa Rezola. Con las manifestaciones del 8 de marzo se sorprendieron muchos y se alegraron muchas más. Con la respuesta pública a la sentencia de La Manada las reivindicaciones alcanzaron la rabia y lo concreto: del abuso a la violación, y pusieron en cuestión poderes y legislaciones. También pusieron con su dolor negro sobre blanco la concepción androgénica dominante en esos poderes y en parte de la sociedad. Así, siguiendo el hilo que deshace los ovillos del poder, el gobierno se metió, una vez más, en el jardín de los jueces. Pero las mujeres dijeron no es eso, no es solo eso. El ministro de Justicia y el gobierno, en un apurado y superficial rehacer de discursos, buscaron otra vez la solución en eso de legislar en caliente, tocar otra vez el código penal. Tampoco era eso, y menos con el monopolio masculino en la comisión encargada de ello.

Las mujeres feministas, todas las mujeres excepto las que copian los defectos de los hombres, lo entendieron: la clave es el poder. Un poder al que ahora miran de frente, lo cuestionan, y lo reivindican para ellas, en una alianza de generaciones de mujeres, situadas en todos los espacios de representación social, económica o política. Alianza construida a lo largo de los años de reivindicación de la igualdad y de políticas justas con ellas. Una alianza tan transversal como evidencian las posiciones activas de asociaciones o manifiestos de mujeres profesionales, como las mujeres juezas, o las más de cinco mil mujeres periodistas, y donde sorprende la ausencia de voz de otras mujeres investigadoras, médicas, profesoras, organizadas como tales. Reivindicación femenina del poder, como la sostenida también por la mayoría amplia de las catedráticas de Derecho Penal, con su negativa a participar de prestado en un apaño temporal del ministro de Justicia que pretendió disfrazar el poder de los hombres en esa sección penal de la comisión de codificación. Catedráticas de Penal que pidieron la dimisión de todos los hombres de esa comisión para que sea posible su renovación «conforme a los principios de transparencia, calidad académica, trayectoria profesional y paridad de género». Lo que al fin lograron, o eso parece.