El viento de Ciudadanos, con libros y flores

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

27 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivir el Sant Jordi en Cataluña sorprende. Una sociedad reconociéndose en los libros y en las flores. Las calles en Cataluña por el Sant Jordi son una fiesta de sentimientos que no agreden, más allá de los colores con los que pretenden algunos mantener la segregación sentimental. En los libros es posible que las emociones, tan desbocadas, se atemperen. Y los hechos políticos que, paso a paso, destrozan la convivencia encuentren como pactar los desacuerdos. 

No consigo ver rosas ni libros en los vientos que descabalgan España en la doble dirección, hacia y desde Cataluña. Tampoco en la deriva populista o la derechización que se asienta entre nosotros en un juego de acción-reacción.

Por ello acudí leído a este Sant Jordi para entender parte de lo que nos está pasando. Dos libros, Largo proceso, amargo sueño, de Jordi Amat, y Empantanados, de Joan Coscubiela, introducen análisis y autocríticas en esa dualidad inevitable que vivimos los pueblos y las tierras de España. El primero con un análisis histórico de la transformación de una sociedad. El otro, consecuencia de lo vivido el 6 y 7 de septiembre en el Parlamento de Cataluña, una emocionada defensa y reivindicación de la democracia, cuando estaba siendo agredida. Sin olvidar un análisis autocrítico de su propio grupo político, tan inusual como necesario, y una reivindicación de la política desde aquel lejano Solé Tura. Más allá de los libros y de las rosas nos olvidamos de un viento demoledor para nuestra democracia, ahora al descubierto por obra y gracia del Tribunal Constitucional. Un abuso que llevó a la parálisis la actividad del legislativo, bloqueando sesenta iniciativas parlamentarias de la oposición por el mal uso del Gobierno de su prerrogativa de bloqueo por razones presupuestarias.

No fue sorpresa que tal actuación sucediera. Acostumbrados a la mayoría absoluta creyeron haber encontrado la añagaza para impedir que sus leyes retrógradas, como la ley mordaza, pudieran ser reformadas. Algo propio de tantas estrategias populares, en el Gobierno y en la oposición.

Pero mi preocupación proviene de Albert Rivera y su partido, Ciudadanos, quienes, proclamándose como viento reformista y regenerador para las Españas, participan y sustentan dicha parálisis legislativa -con desprecio del Constitucional- dando su apoyo a la añagaza popular. Mientras se atreven, con lógico enfado de los populares de Rajoy y Cospedal, después de tanta exhibición de patriotismo cultural ante el Cristo de Mena malagueño, a acusarlos de «vendepatrias» ante la imprescindible negociación de los Presupuestos con el PNV. Otra parte de esta extraña España. Todo porque desean el monopolio patriótico, tan emocional e irracional, que su explotación en Cataluña les ha llevado adonde están.

Leído, preocupado y descorazonado, la noche del Sant Jordi me permitió disfrutar de un Stefan Zweig: Miedo, un breve libro de emociones.