Paguemos nuestras deudas

Venancio Salcines VICEPRESIDENTE DEL CLUB FINANCIERO ATLÁNTICO

OPINIÓN

22 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay que pagar deudas. Esto es evidente ¿Quiénes? Los que puedan, lógicamente. Y no todos pueden. Durante el epicentro de la crisis se cerró el mercado de crédito. Las empresas acudían a renovar sus pólizas y solo encontraban, en el mejor de los casos, la mirada baja del director de la oficina. Los directores financieros volvían de las entidades con un único mensaje, o reducimos costes o cerramos, no tenemos dinero para circulante, para mercancía, para materias primas. No tenemos financiación ¿Cómo se consiguió? Nos las dieron las plantillas, los miles de trabajadores de miles de empresas. Con esos estamos en deuda. Y no solo nos dieron reducciones salariales, también nos dieron miles de horas extras sin remunerar, trabajaron diez, doce horas diarias por mantener sus empresas abiertas y, ¿lo queremos olvidar?

Vivimos en España, vivimos en Galicia, en un país cargado de microempresas, la mayoría no llegan ni a pequeña, mediana es un sueño. Muchos empresarios son capaces de conocer a sus trabajadores por el olor de su sudor. Porque han estado ahí, codo a codo, compartiendo sudor, compartiendo miedos.

No deseo hablar de la Galicia de los Inditex o los Estrella Galicia, son otra liga, sus plantillas solo vivieron crecimiento, expansión continua. Mi mente está en las cinco empresas gallegas que quebraban cada día, en las 17.000 que se quedaron por el camino, en las decenas de miles de trabajadores que salían a pelear sin saber si al llegar la tarde su compañía tendría la puerta abierta. Pienso en aquellos que pasaron a comer menos para ahorrar. Sí, fue así, no lo dude. Las estadísticas del Ministerio de Agricultura lo atestiguan. Felices estos tiempos en los que nuestra quietud la rompe el máster de Cifuentes y no las colas del paro.

Y tampoco pienso en los comités de las grandes, ni en las compañías que se adecúan a rajatabla al convenio que las rige, pienso en otra cosa, en los cientos de miles de personas que tuvieron que devaluar su salario un cuarenta o un cincuenta por ciento para reincorporarse al mercado laboral ¿Estamos en deuda o no? ¡Claro que estamos en deuda! Y no solo con nuestras plantillas, lo estamos con todo aquel que se cayó porque otro, quizás yo, quizás usted, en plena burbuja, se emborrachó o se calló.

Es evidente que se ha perdido poder adquisitivo, la inmensa mayoría. Es igualmente evidente que una parte del tejido empresarial ya se ha recuperado, pues este, el que puede, ha de tener memoria. A los otros, solo decirles que, si algo ha demostrado la clase trabajadora es paciencia, infinita paciencia, y que esperarán, claro que lo harán.

Hace casi seis años que ha arrancado la recuperación, el número de cotizantes crece a tasas superiores a las del PIB. Ya existen profesiones con pleno empleo. Los beneficios empresariales vuelven a crecer a dos dígitos ¿A qué esperamos? Paguemos nuestras deudas.