El barro parlamentario

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

14 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Confieso que ver a Luis Bará, hombre al que tenía por culto y educado, embarrado en la tribuna rompiendo la foto del Rey, ha sido uno de los momentos más tristes de mi vida como columnista. No podía creerlo. Es como si me arrancasen de dentro las pocas cosas en las que ya creo. Creo, por ejemplo, que independientemente de los colores políticos, hay que mantener un mínimo de gestos que nos diferencien de los seres irracionales. Creo que incluso en la más absoluta discrepancia, hay que respetar lo que piensen los otros. Creo que el maquillaje y la cosmética y la superficie son mucho menos importantes que el interior de las personas.

Con todas estas obviedades me consuelo. Y nunca me moveré de ahí. Quizá porque en casa me lo enseñaron: la buena educación. Cuando se pierde, ya no queda nada. El espectáculo bochornoso de Luis Bará ha sido una de las páginas más repulsivas que nos ha regalado la actualidad. La otra la protagonizó Luís Villares, empeñado en ser un malote que siendo juez hasta se pasa por el forro la presunción de inocencia de todos sus adversarios políticos. Ni a Bará ni a Villares se les ajusta esta pose. Quizá ellos piensen que deben competir por ese espacio, donde los malos modales se premian. Yo creo que se equivocan. Es funesto para una mayoría de votantes de BNG y de En Marea contemplar los espectáculos groseros, zafios, vulgares, de una espantosa ordinariez, a los que desgraciadamente ya nos tienen acostumbrados. En el barro nunca gana nadie.