El monte necesita alternativas para evitar su abandono

José M. Iglesias PRESIDENTE DEL CLÚSTER DA MADEIRA

OPINIÓN

07 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia presenta dos grandes problemas que están íntimamente relacionados: el abandono y los incendios. Y en ellos debería ponerse el foco del debate que se ha generado en los últimos días. El eucalipto representa una alternativa de valor para evitar ese abandono del monte. Según recoge Greenpeace en el informe La conflictividad de las plantaciones de eucalipto en España y Portugal, las plantaciones de eucalipto tienen muchas más similitudes con los cultivos agrícolas y, sin embargo, no se las trata como tales. El eucalipto representa una oportunidad de desarrollo sostenible, puesto que actúa como un potente sumidero de carbono y, en comparación con esos cultivos, precisa menor consumo energético, ofrece mayor biodiversidad, permite mayor multifuncionalidad y mejora el balance en el ciclo del agua.

El eucalipto representa la única economía en lugares donde ya no hay muchas alternativas. Eso evitará el abandono, y el abandono es la mayor causa de los incendios. En este sentido, según datos del ministerio responsable de la actividad forestal, la incidencia media de incendios forestales sobre eucaliptales fue del 7,8 % (período 2000-2013). Teniendo en cuenta que en toda la comunidad ocupa el 17 % de la superficie forestal, la presencia del eucalipto y su gestión no están asociadas a una mayor incidencia de incendios. De hecho, los espacio más afectados por los incendios (Pontevedra y Ourense) presentan amplias zonas cubiertas de matorrales donde nunca hubo plantaciones de eucaliptos.

Cuidar el monte cuesta dinero. Si se abandona, arde. Por eso debemos entender que si se quiere limitar el uso del territorio sin permitir alternativas rentables, es necesario que el gestor reciba una compensación económica que le permita seguir su actividad. No es la industria la que decide qué es lo que hay que plantar, sino los propietarios en su búsqueda de obtener unas rentas. En la mayoría de los casos, el eucalipto es la única opción rentable. La industria tuvo que adaptarse a lo que cultivaban los propietarios buscando esa rentabilidad que les permitió estudiar a sus hijos o construir el baño de su casa; las papeleras que usaban el pino tuvieron que adaptarse al eucalipto.

En esta línea, si el mercado no paga esos otros usos del monte de los que se beneficia toda la sociedad, al propietario se le tendrá que compensar al igual que pasa con los ganaderos y el lobo, tal y como señala el movimiento ecologista. Si el aumento de la biodiversidad es un objetivo deseable para todos, no puede ser cosa del ganadero. No podemos socializar los beneficios y privatizar los costes, porque el rural no será sostenible y, buscando mejorarlo, acabaremos por destruirlo. La diversidad es buena y todos la deseamos, por esa razón, toda planificación debe basarse en la sostenibilidad económica que debe venir del mercado o de la aportación de la sociedad, para que los que cuidan el monte para nosotros se sientan implicados y así podamos exigirles que cumplan con aquel refrán de que quien tiene tienda que la atienda. Premiando su dedicación, conseguiremos un entorno cuidado, sin abandono, sin riesgo de incendios y, sobre todo, un futuro sostenible para el rural. El único camino para acabar con el abandono y el fuego es lograr la sostenibilidad económica del rural, porque, a día de hoy, no tiene quien lo defienda.

José M. Iglesias, Presidente del Clúster da Madeira