Barra libre para todos, menos Galicia

César Wonenburger

OPINIÓN

07 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En marzo de 1764, el cantante y emprendedor Nicola Setaro solicitó al Ayuntamiento de A Coruña el permiso para construir un teatro «con la orquesta y adornos correspondientes y representar en él toda suerte de espectáculos líricos y musicales». Al año siguiente, el alcalde mayor de la ciudad sugirió a la corporación la conveniencia de autorizarlo: «El aumento de la población, la actividad comercial portuaria, la presencia de funcionarios y la visita de extranjeros lo justificaba». Todas las instituciones implicadas dieron su conformidad por considerar que «el teatro ayuda a conseguir la educación popular y la armonía de las costumbres». En 1768, A Coruña inauguró su primer teatro de ópera, pilar de su posterior desarrollo musical. Pero el Ministerio de Cultura no parece ver ahora mayor interés en celebrar adecuadamente el 250.º aniversario de esta efeméride que por primera vez nos vinculaba con la Europa civilizada: hoy es el día en Alemania en que las artes escénicas, en total, convocan a más aficionados que el fútbol. El ministerio alega que son las Administraciones gallegas las encargadas de velar por la cultura en su territorio. Aunque, al mismo tiempo, consagre 500.000 euros adicionales a los 9 millones ya dedicados al madrileño Teatro Real para conmemorar su bicentenario, 1,2 a mayores al presupuesto del Liceo catalán para paliar su déficit y conceda al PNV 100.000 euros más para que los Amigos de la Ópera de Bilbao puedan incrementar su oferta o al menos mantener la calidad. ¿Y Galicia?