Más recursos para Europa

José Blanco LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

19 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Urge que los líderes europeos se dejen de eufemismos y engaños. Si queremos que Europa haga más, debemos dotarla de los recursos necesarios

Esta semana, el pleno del Parlamento Europeo ha acogido un debate trascendental sobre el nuevo marco financiero plurianual y la reforma del sistema de recursos propios de la Unión Europea. Trascendental porque atañe al corazón del proyecto europeo: qué Europa queremos y cómo financiamos las políticas que lo hagan posible a lo largo de los próximos años.

No cabe llevarse a engaño: en política no hay más prioridad que aquella que se traduce en una dotación presupuestaria acorde para su cumplimiento, de ahí el carácter crucial de identificar adecuadamente las prioridades de la Unión, pues a ellas se canalizarán los fondos a partir del 2020. Y, admitámoslo, a Europa se le exige un imposible: atender las prioridades actuales y crecientes compromisos con recursos menguantes.

Por ello, el Parlamento Europeo ha alzado su voz esta semana para fijar sus prioridades y cómo financiarlas.

En primer lugar, mantener las políticas tradicionales, cruciales para Galicia. Si en algo se basa la Unión Europea es en la solidaridad, en buscar el progreso económico y social de sus ciudadanos y regiones. Ello exige una política de cohesión fuerte para que el conjunto de las regiones europeas ganen en competitividad, sin que esto se haga a costa de los salarios y los derechos sociales de los ciudadanos. Y exige, igualmente, mantener la financiación para las políticas comunes de agricultura y pesca: no se puede pretender que nuestros agricultores, ganaderos o marineros desarrollen sus actividades con crecientes exigencias ambientales, frenar la despoblación del rural y múltiples áreas costeras o alentar el relevo generacional con menos presupuesto.

En segundo lugar, incentivar las políticas de futuro. Programas como los de I+D+i, la digitalización de la industria, la lucha contra el desempleo juvenil o las becas Erasmus no solo no pueden ver recortados sus presupuestos, sino que deben aumentarlos, pues ahí Europa se juega su desarrollo y competitividad futuras.

En tercer lugar, las nuevas necesidades. La lucha contra el cambio climático -garantizando, además, una transición justa en aquellas regiones más afectadas por el cambio hacia una economía descarbonizada-, la financiación del nuevo pilar social de la Unión Europea, la nueva política de seguridad y defensa, entre otras, demandan presupuestos capaces de sostenerlas.

Por tanto, si mayores son las exigencias, mayores deben ser los recursos. ¿Cómo cuadrarlo? Para empezar, suprimiendo el límite presupuestario actual del 1 % del PIB. Seguidamente, generando nuevos recursos a partir de nuevos impuestos a sectores que no están contribuyendo como deben, ya sea al sector financiero -tasa a las transacciones- ya sea a las grandes empresas que utilizan las lagunas legales para no pagar lo que les corresponde allí donde generan sus beneficios.

Es posible. Pero para ello urge que los líderes europeos se dejen de eufemismos y de engaños. Si queremos que Europa haga más, y queremos, debemos dotar a Europa de los recursos necesarios. ¿Más Europa? Más recursos.