Conforme avanza esta legislatura hay menos política y más instrucciones, investigados, informes jurídicos, citaciones, sentencias de los tribunales, recursos y resoluciones. En nuestros días, en España hay políticos que están presos y prófugos de la justicia que no persigue fuera de su jurisdicción, lo que resulta coincidente con la censura de un libro, de una obra expuesta en ARCO y la condena de tres años y medio de cárcel a quien insultó al rey; esto asusta a la gente. Sucumbe el posfranquismo reconcentrado en un aquí mando yo que resulta anacrónico para la nueva mayoría social, y es por esto que el partido de Manuel Fraga y de Mariano Rajoy ha caído y caerá más en las encuestas. Con su interpretación de la política solo pueden resistir con dos de cada diez de los que votan, uno jubilado y exhausto y los dos mirando de reojo a Ciudadanos, lo mismo que José María Aznar. Asistimos al ocaso de la cultura política del PP, pero también del PSOE y ya todo es como el toro de Tordesillas, con sus más de quinientos años de tradición desmoronándose por todas partes.
Alguien dijo que el PSOE va en modo avión porque en los despachos de la calle Ferraz no descuelgan el teléfono cuando llaman de Podemos, aunque quizá porque su vuelo es continuado desde el mes de junio pasado, cuando Pedro Sánchez y su militancia derrotaron al sistema en su conjunto. Los acontecimientos han acortado la sombra del 155 y ya no tapa por completo al PSOE, que empezará a perder votantes si no aterriza, cuanto antes, en el lugar de donde despegó. Sin embargo, nadie apuesta por que el líder de los socialistas se enfrente de nuevo a su partido, al sistema y a Rajoy para pactar con el entorno de Podemos y con terceros como ERC, porque con cinco millones de votos estás en contienda y con lo que cuesta explicar estas cosas en España, para qué meterse en líos. Pues porque si Unidos Podemos compite con Irene Montero, ya te han empatado, por poner un ejemplo que entienden en Ferraz. O porque si no negocias con quien no se identifica con España, la monarquía no tendrá prestigio en Cataluña ni en el País Vasco y Leonor no tendrá reino, por poner otro ejemplo que entienden en el palacio de La Zarzuela.
Nada es para siempre y el sistema no va a aguantar mucho más, porque el problema de fondo es que la identidad española histórica no resuelve la convivencia y no tenemos otra: solo hay una forma identificable de ser español, la que nos explican Mariano Rajoy y Susana Díaz. Esta forma es uninacional y no tiene encaje en la Unión Europea del siglo XXI, en tanto que niega lo que es certidumbre. Por el contrario, la plurinacionalidad es un concepto identitario que propone la convivencia de todos los que vivimos en España. Plurinacionalidad no es separatismo y con esta idea ganó Pedro Sánchez a los poderes reales, a todos sin excepción, con otra comprensión de lo que somos que es potencialmente hegemónica. Ellos verán, o aterrizan ahora donde despegaron, que es al lado de Podemos para hablar con ERC y los demás, o lo harán en las generales donde el Pasok, el PSF y el Partido Democrático de Renzi.