No todos caben en el tablero de Siria

José Julio Fernández FIRMA INVITADA

OPINIÓN

22 feb 2018 . Actualizado a las 07:30 h.

hace seis meses escribía en estas páginas que el fin del califato del Estado Islámico (EI) no traería en modo alguno la pacificación de Siria. Este cálculo prospectivo se ha cumplido con total exactitud. Incluso, ya es un riesgo real que aparezca un conflicto militar abierto que supere las fronteras del país. La estrategia euroasiática se vería así irremediablemente afectada. ¡Brzezinski y Kipling ya estarán agitándose en sus tumbas!

Parece que todos los agentes implicados quieren jugar roles incompatibles, con diferencias en agendas, objetivos y aspiraciones que hacen imposible la confluencia. El solapamiento de los distintos enfrentamientos resume esta situación a múltiples bandas: casi todos (en teoría) contra los reductos que quedan del EI (salvo Israel, que lo ha apoyado en el Suroeste, y Turquía); Gobierno sirio y aliados frente a la oposición; Israel contra Hezbolá e Irán; Turquía en lucha con los kurdos de las YPG; alianza occidental protegiendo de momento a los kurdos (pero solo a los del sector noreste); Rusia apoyando a Gobierno sirio frente a sus enemigos (pero no siempre, cuando EE.UU. atacó dos veces al ejército sirio, Rusia fue avisada y no intervino); Catar y Kuwait apoyando a la oposición radical; el ejército sirio ha tenido un reciente choque con kurdos en Deir Ezzor, aunque hoy a estos les interese asociarse a aquél en Afrín; varios grupos opositores suníes han luchado entre sí; el Ejército Libre Sirio ahora es títere de Turquía; EE.UU. ya tiene dudas de seguir apoyando a las Fuerzas Democráticas Sirias, pero el peligro iraní de momento les persuade; y así hasta el infinito.

Y una posible novedad que puede significar una escalada: los kurdos de las YPG pueden ceder al Gobierno sirio el control de fronteras en el cantón de Afrín, para disuadir a Turquía.

¿Y quién podría poner algo de orden? Pues Rusia, que aparece como el elemento que, de proponérselo, más puede influir. Curiosamente no tiene malas relaciones con ninguno de los implicados (exceptuando al Estado Islámico), apoya al sector gubernamental, y habla con el resto de agentes. Por ello, parece que sobre Rusia recae el peso ético y diplomático de buscar una solución a este diabólico laberinto.

Como si no fuera suficiente la realidad de todos estos conflictos, la propaganda engañosa de lo políticamente correcto (a veces fake news sin más) añade confusión y desinforma. Desde esta óptica, en Occidente se sigue mostrando a Bachar al Asad como el problema, cuando es la mejor opción de estabilidad.

Pero hay síntomas de esperanza. Los maristas están en Siria desde 1904 desarrollando labores educativas. Hace más de veinte años un hermano francés que allí daba clase me dijo que podrían permanecer en Siria mientras la familia Al Asad estuviera en el poder. Nunca olvidaré la expresión de su cara cuando me hablaba de ello. Ya se sabía que esa era la única forma de garantizar la libertad religiosa en el país. Me alegro sobremanera que en el 2018 allí sigan, ahora activos en Alepo con Facebook y Twitter (@MaristesAleppo).