Primos y primarias

Pedro Armas
Pedro Armas EN VIVO

OPINIÓN

20 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Unas primarias manipuladas son un fraude y un bumerán que se vuelve contra los partidos que hacen de ellas propaganda. Las primarias a escala nacional, si cuentan con la participación de miles de afines, por lo menos son una foto desenfocada de como se ve al partido de puertas afuera. Las primarias a escala regional aún dan un cierto juego para posibles renovaciones orgánicas. Las primarias a escala local, si se llevan a cabo mediante un censo inflado con colegas, novios, cuñados, tíos y primos, solo otorgan protagonismo ilusorio a los militantes, ya que ganan peso los del voto cautivo en detrimento de los compañeros concienciados. Se trata de primarias entre primos, en el doble sentido. Esas primarias permiten escoger a un líder orgánico, que casi nunca es un líder social.

Los socialistas fueron pioneros en estos procesos participativos, antes de que los podemitas presumiesen de sus primarias telemáticas, también controladas. Andan los socialistas gallegos con sus primarias locales, tras sus primarias nacionales, regionales y provinciales. Hace unos años hubo polémicas en varias agrupaciones por el inflado del censo en las primarias previas a las municipales. Luego los candidatos elegidos perdieron estrepitosamente, excepto Vigo. Aquellas primarias no sirvieron para poner ante los ciudadanos a los mejores. Unos años después vuelven a cometer los mismos errores.

Las bajas de militantes por la política errática del partido, han provocado la esclerosis de muchas agrupaciones, sin que ello parezca preocupar a unos dirigentes que, compensándolas con la afiliación de unos cuantos primos, disponen de censos mermados pero domesticados. El resultado es triste: en agrupaciones como las de A Coruña o Ferrol acaban siendo ciento y pico los que apoyan al líder en primarias. Si el primus inter pares que es buen candidato para los militantes no lo es para los votantes, las primarias resultan un experimento con gaseosa o, en el peor de los casos, una batalla fratricida en la que el partido se desangra por filtraciones y recursos. Mientras todos ondean la bandera de la renovación, los de arriba continúan repartiéndose las migajas del poder, como si el objetivo fuese colocar a algunos primos. Ya se sabe que la política depende de los políticos, pero no puede ser que las primarias dependan de los primos.