Rachmáninov y Ravel, dos caras de la belleza

Antón de Santiago

OPINIÓN

19 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Volvió Dima Slobodeniouk al podio de la OSG en el 13.º concierto de abono, y tras pasar por el podio de la Filarmónica de Berlín. Proponía dos obras de Ravel y una de Rachmáninov, estrictamente coetáneos, y tenía como invitado al pianista ruso Alexei Volodin (1977). De Serguéi Rachmáninov (1873-1937) una de sus piezas más logradas, Rapsodia sobre un tema de Paganini, en realidad, un concierto para piano y orquesta. La idea le seduce tanto que, frisando los 60 años, aborda entusiasta un juego constructivo de gran riqueza inventiva, rítmica, armónica, instrumental, con un piano virtuosísticamente exigido e imbricado, que dialoga constantemente, en modo scherzante o lírico, con el todo orquestal. La obra, estrenada por él, Leopold Stokowski y la Orquesta de Filadelfia, seduce por su vigor y su belleza. Versión muy estimulante, desde la imprescindible entrega de la orquesta, la exuberancia técnica y expresiva de Volodin, la mano firme de Slobodeniouk y la sensibilidad de todos. Hubo aclamaciones y el pianista correspondió con un Impromptu de Chopin.

Quizá tenía razón Maurice Ravel (1875-1943) al desestimar su Pavana para una infanta difunta, escrita para piano a imitación de la elegante danza renacentista. La orquestó once años más tarde y es lo que se escuchó. Serena versión.

Otra cosa es el ballet Daphnis et Chloé. Ravel no se pudo sustraer a la tentación de Diaghilev y sus Ballets Rusos y tenía en su imaginario una Grecia percibida, según propia confesión, a través de la pintura francesa del XVIII. El tema, el amor ingenuo de dos pastorcillos, según el relato de Longo, poeta griego del siglo II. Es obra descriptiva y sensitiva en lo amoroso y sus peripecias. Nijinski fue el primer Daphnis, en la coreografía de Fokine. Tenía entonces Ravel 30 años y se volcó con toda su inventiva y su maestría orquestal para crear el fresco musical que buscaba. Quizá tenía también razón al enojarse con Diaghilev cuando suprimió el coro al llevar la obra a Londres. Así se lo escuchamos a Slobodeniouk y au orquesta. Lo cierto es que los coros así concebidos son consustanciales con la pintura. La versión que escuchamos fue altamente sugestiva y Dima saludó con todos los solistas.