Demografilia

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

17 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Escribir demografía, contar que Galicia sí es país para viejos, o, mejor dicho, un país de viejos, la última de todas las residencias posibles, insistir en que es un inmenso geriátrico, es deformar un tanto así la realidad.

Está claro que somos un territorio envejecido, pero también que es uno de los mejores lugares para vivir con una notable calidad de vida, y no solo entendida desde esa melancolía a la que somos tan dados. Tierra austera y solidaria, hospitalaria y alegre que aprendió a reinventarse, a crear una cultura del trastierro y de la emigración, a vivir permanentemente con un billete de vuelta aunque la vida no dé, en muchas ocasiones, lugar a utilizarlo. Nos falta autoestima y nos sobra ese peculiar pesimismo derrotista de la botella medio vacía.

No somos suizos ni nos parecemos a los finlandeses, somos, y vivimos, y esto no es un eslogan publicitario, como gallegos.

Nos falta industria y nos sobra imaginación, el síndrome de aislamiento que mantuvimos durante décadas nos confinó a un extramundi periférico. Acaso por ello tuvimos que inventar un camino guiado por las estrellas que convertimos con Santiago como cita, en el primer itinerario de Europa. Y no somos, por ello, especialmente contradictorios. No nacen todos los niños que deseamos que crezcan en nuestras ciudades, aldeas y pueblos y lo que gastamos en sanidad, cuidando a nuestros mayores, lo ahorramos en colegios y guarderías.

Las residencias, tanto las públicas como las privadas, son guarderías para los ancianos que aguardan la muerte en la tierra que los vio nacer.

Está claro que las pensiones tienen que pagarlas el trabajo de los jóvenes, asalariados o empresarios y que el desequilibrio ahora es evidente. Pero también sabemos de nuestra capacidad para el ahorro, de nuestra economía de supervivencia y de nuestro rechazo por el derroche, que nos mantuvo históricamente que el cinturón estuviera apretado. El mundo está cambiando de forma vertiginosa. Los algoritmos multiplican por mil las posibles interpretaciones y comienzan a regir el futuro.

Galicia es viable a pesar de las amenazas interiores y exteriores, Galicia, país para viejos, tiene todavía una lectura posible. Galicia para vivir, para vivir Galicia. Habrá que revisar los viejos paradigmas y ver como la primavera, como siempre, comienza a medrar a lomos del paisaje.