Conviviendo con el asesino

Abel Veiga LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

03 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Trágico final para Diana Quer. Casi cuando nadie lo esperaba todo se activó de repente. Fue cuestión de horas que el asesino se derrumbase. La consistencia y la contundencia de la investigación, la audacia del interrogatorio y, sobre todo, la dilución de una coartada falsa y mentirosa precipitaron todo. Emergió la única carta que tenían las fuerzas de seguridad. La coartada le había permitido ganar tiempo, pero, sintiéndose quizás seguro, quizás impune, volvió a intentar el secuestro de una chica. La declaración de esta ha sido determinante. Pero sin duda, y no siendo capaces siquiera de aproximarnos al inmenso dolor y desgarro que han sufrido los padres y hermana de Diana tras casi 500 días de angustia, sobrecoge y alarma la posición de la mujer del detenido. Su testimonio falso permitió que siguiera libre. Su mentira fue la coartada que aquél necesitaba para eludir la acción policial. Su protección no solo permitió que el asesino estuviese en la calle sino que volviese a intentar delinquir, secuestrar, violar. ¿Cómo se puede convivir con un asesino, o con la sospecha de que quien vive, duerme, comparte tu vida y tu hogar, el padre de tu hijo, es un asesino y es un sospechoso de tamaños delitos? ¿Sabía la mujer del asesino quién era este, qué había hecho, qué hacía, que tipo de fechorías cometía, que ansias de reincidencia tenía? ¿Qué hogar, qué familia han construido? Del trapicheo de drogas al secuestro, al intento de violación, al estrangulamiento y el asesinato. Ese es el historial macabro de alguien capaz de asesinar y seguir con su rutina, su vida, sus hábitos y también tratar de volver a delinquir. Alguien capaz de arrojar un cadáver al fondo de un pozo donde el silencio lo devora todo. Cuando ya no tenía otra opción ni salida confesó dónde estaba el cadáver de Diana. No sin tratar de engañar y versionar los hechos a su antojo. Terrible final a una vida truncada miserablemente por un miserable. Ese es el nombre. Un miserable. Un asesino que trató de seguir con su vida como si nada hubiera pasado, pese a la angustia de la familia de Diana, pese al cerco policial, pese a que su pareja declaró que aquella noche de agosto habían estado juntos. Y con esa mentira convivieron y callaron durante estos 16 meses. Terrible.