Si nuestras palabras mejorasen el silencio seguramente hablaríamos poco o nada. Sin embargo, y creo que para bien, nuestra naturaleza está ansiosa de transmitir sus emociones y pensamientos. Si esta actitud es compartida por muchas personas, crea una riqueza de perspectivas que nos aporta madurez y evita la necesidad de juzgar y culpar a otros de lo que nos sucede. El turismo es tanto una fuente de recursos como de transformación social. Cuestiones como la relación directa entre el incremento en el número de turistas y la entrada de efectivo en la economía es obvia y no necesita explicación. Sin embargo, las derivadas que se hagan a partir de esta sobre otras variables sí que nos pueden conducir a conclusiones confusas e incluso claramente erróneas.
Si dejamos a un lado la perspectiva del crecimiento, de la que nadie pone en duda su bondad dado el elevado margen del que dispone Galicia para llegar a su punto de saturación, podemos centrar nuestro ojo en la industria turística autóctona desde su perspectiva empresarial. Así, emergen variables como su solvencia y competitividad, su capacidad financiera y de innovación o su know how. En definitiva, se trata de ser sostenibles.
Hablemos de las iniciativas empresariales. Comentemos los modelos de negocio genuinos capaces de expandirse y vencer en un mercado global. Visualicemos la viabilidad dentro de un futuro sin presupuestos públicos. En definitiva, hablemos de cuánto falta para alcanzar la madurez.