Los privilegios ajenos y Alfonso Guerra

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

27 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Le llaman «cupo vasco», pero en realidad es un privilegio ancestral que recibe la comunidad autonómica vasca, tan moderna. Los mismos que se oponen a la Constitución de 1978 por “vieja” están a favor de los privilegios centenarios que se adjudican a los territorios forales. Todos los líderes políticos lo saben, pero casi todos callan. Albert Rivera, al que han tachado de oportunista, lo señaló en el congreso de los diputados. No proclamó ni una mentira el líder de Ciudadanos. Como tampoco mienten los que llevan esperando desde 2014 para una reforma de la financiación autonómica. No lo digo yo, sino que así lo prometió el gobierno del PP con Montoro a la cabeza, el mismo que admite que habrá que esperar por tal reforma.

Uno, profano en materia económica, tiene la sensación de que cuanto más se vulneren y solivianten las reglas de juego, mejor. Las reglas de juego son las que rigen en todas las comunidades autónomas excepto en dos, País Vasco y Cataluña. Ellos dan un golpe en la mesa y Madrid, reo de una ley electoral disparatada, acepta lo que impongan los mandatarios de Vitoria o Barcelona. Su poder es tanto, que hasta han tenido que aplicar el 155 en Cataluña porque uno de sus presidentes, aunque podía ser cualquier otro de los anteriores, se ha saltado todo lo imaginable para ratificar que ellos son diferentes y mejores que el resto. Los vascos también lo han hecho. Y nadie los ha frenado. No por una cuestión de equidad política, sino por miedo. Miedo a no tener un socio, en caso de apreturas, para gobernar. Miedo al escándalo callejero. Miedo a que los que han sido la verdadera derecha de este país, liberal y nacionalista, se alíen con la izquierda rupturista para romper en mil pedazos el Estado. El de las autonomías y el otro, que es el que en verdad tiene peso en Europa (ya ven ustedes cuál es el peso real de los independentistas catalanes en Bruselas: ninguno).

Lo del cupo a mí me suena cercano. En tiempos hubo también un cupo cultural para los escritores de las nacionalidades históricas. Así Cataluña tenía a su autor en Madrid, País Vasco al suyo y nosotros al nuestro. Pero ellos además de la cuota literaria poseían infraestructuras culturales de las que Galicia carecía. Allí reposaba tambíen la industria editorial. Y, si todo ello fuera poco, entre Madrid, Barcelona y Bilbao se repartían el pastel europeo cultural que a nosotros solo nos tocaba con el reintegro del Xacobeo. Han sido años de contemplar los trenes de la dadivosidad pasando de largo por Galicia (ya ven que no me refiero al AVE, que llegará tarde, como casi todo). Y no porque Galicia no tuviese capacidad para merecer lo que otros recibían, sino porque esos “otros” han gozado de privilegios de los que nosotros hemos carecido.

Feijoo ha hablado estos días sobre financiación autonómica. Ha sido contundente. Yo tengo la impresión de que en el PP ya solo él entiende que los privilegios de Cataluña y el País Vasco son malos para España y para su partido. El resto prefiere callar. O aplaudir. El que se mueva, decía Alfonso Guerra, no saldrá en la foto.