Yo de Sean Penn también tendría miedo, pero no sé si más por el Chapo Guzmán o por Kate del Castillo, que es una mala malísima de telenovela. Reconozco que me he tragado de golpe Cuando conocí al Chapo, el documental que la actriz ha hecho para destapar cómo fue ese encuentro «raro, raro, raro» de ambos con el capo, y da mucho pavor. Después de verlo, la conclusión es que Sean Penn tiene motivos abondo para salir pitando porque la mexicana lo pone de vuelta y media; bueno, sobre todo pone en evidencia que él la traicionó: que Penn jamás le dijo que tenía intención de hacerle una entrevista al criminal y que la dejó «vendida» en esa cita a ciegas. Kate no tiene pelos en la lengua a la hora de contar con un detallismo de los que impresionan la relación triangular Penn-Kate-Chapo y consigue con ese sincretismo mexicano que lo que en principio te parecía mentira acabe resultando una verdad espeluznante. Aunque sea una verdad a medias, la de Kate del Castillo tiene el jugo de las historias que se cuentan en primera persona, con la exageración propia del yo por delante, pero con la emoción del relato intenso. Penn queda como un gringo interesado al que el Chapo no conoce ni de oídas. «¿Quién es?», pregunta. «El marido de Madonna», le responde su abogado. Un buen comienzo si algún día se hace un peliculón del tema; el documental, aquí lo digo, es preferible verlo cualquier tarde de domingo.