Núñez Feijoo y la cuestión catalana

OPINIÓN

Lavandeira jr | Efe

18 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Con motivo del homenaje que se le tributó al ya centenario Fernández Albor (7 de septiembre de 1917), el presidente Núñez Feijoo pronunció una extraordinaria conferencia -en realidad un discurso- cuyo texto considero muy profundo, oportuno y relevante, y cuyos sutiles matices deberían incorporarse al acervo de ideas con el que un creciente grupo de ciudadanos estamos intentando rearmar la visión de una España orgullosa de sí misma, liberada de su leyenda negra, protagonista de hechos decisivos para la historia de Occidente y del mundo, y que, superando grandes crisis y avatares, está alcanzando un merecido éxito como país moderno y democrático, que disfruta de envidiable bienestar.

La lección, pronunciada en un acto entrañable y emotivo, pero en un contexto político de enorme gravedad, participa de forma equilibrada de esa doble dimensión, por lo que, haciendo bueno el dicho «puño de hierro en guante de seda», supo abordar la cuestión catalana con frases que, siendo amables y acogedoras, describen con rigurosa exactitud el Guadiana separatista que, con tediosa y agresiva periodicidad, trata de provocar un conflicto que nos obligue a comprar con el dinero y la humillación del Estado la convivencia y la paz de todos los demás. Sin introducir grandes novedades en el discurso institucional de la unidad, la palabras de Feijoo vinieron a romper la extraña ley del silencio -o de las declaraciones de puro compromiso- que hace posible que, mientras quince autonomías se muestran superadas por esta injusta crisis de deslealtad y asimetría -dando a entender que la cuestión catalana y sus ecos vascongados son un problema particular de Rajoy, su Gobierno y su partido-, las otras dos comunidades, muy resabiadas por sus riquezas y privilegios, vapulean sin piedad el modelo territorial que a todos nos acoge, a la transición que lo propició y generalizó, y a la igualdad política que construyó.

El secesionismo catalán siempre estalla -dijo Feijoo- cuando un Estado democrático, inicial o consolidado, se lo hace fácil (1873, 1931, 1934, 2017), cuando España progresa solidariamente, cuando la existencia de instituciones autonómicas permite que la rebelión sea urdida y financiada desde el poder y el dinero que el Estado les confió, cuando els segadors gozan de la brecha de impunidad que surge del conflicto entre instituciones, y cuando su acción crea lamentables oportunidades para las reacciones autoritarias. Porque en estas rebeliones hay mucho más de traición institucional que de sans-culottes enardecidos por la desesperación y el hambre.

Núñez Feijoo acudió, finalmente, al sentidiño, que, formulado por un político y médico con cien años a sus espaldas, solo puede significar que la dieta que más revitaliza al pueblo es la normalidad, la prevención contra la histeria colectiva, y la primacía absoluta de la buena voluntad.