Concello de Pol, nación de España

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

ALBERT GEA | reuters

05 sep 2017 . Actualizado a las 08:11 h.

Por culpa de Cataluña, esa «estafa a la democracia» que dice Rajoy, a los dos grandes partidos de izquierda les han entrado unas ganas locas de reinventar España. Como si el PSOE y Podemos hubieran abierto una competición de ocurrencias, han lanzado o están a punto de lanzar ideas que mandarán a hacer puñetas parte del articulado de la Constitución y abrirán una originalísima convivencia entre pueblos y territorios de la actual nación española. Algunos le llaman la postautonomía. Yo creo que estamos ante un intento de resolver el problema catalán creando un problema todavía mayor, si ello fuese posible. Y temo algo más inquietante: que pongan patas arriba la idea de España para disimular sus carencias doctrinales o porque piensan, como todos los advenedizos, que con ellos empieza la historia. Todo lo anterior es torpe, facha, anticuado y, por tanto, inservible para la gloriosa modernidad que ellos representan.

Lo más grotesco lo veremos el próximo lunes, en un acto de la Diada que han ideado Ada Colau y Pablo Iglesias, los máximos representantes de la política progresista. Aunque cueste trabajo creerlo, reunirán a sus partidos para reivindicar la soberanía de Cataluña. El lema será «Una Cataluña soberana, diversa y valiente» y el señor Iglesias defenderá en su discurso la soberanía catalana, al mismo tiempo que propugna que quiere a Cataluña en España. ¿Hay quien dé más? Espero con ansiedad su mensaje porque será lo más original, lo más genial que se ha escuchado nunca sobre la definición de un territorio.

Menos original, pero machacona, la plurinacionalidad que ayer volvió a defender Pedro Sánchez al presentar su iniciativa de un foro de diálogo para cambiar el modelo autonómico. Naturalmente, se le preguntó cuántas naciones cree él que hay en España y dio una respuesta de gatera: él no habla de número; él dijo que todas las naciones que hay en España son España y vino a anunciar que habrá las naciones que quieran los ciudadanos. Un suponer, digo yo: si mi concello de Pol con capital en Mosteiro quiere ser la nación que el franquismo, Aznar y Rajoy nos negaron ser, bastará, según entiendo del señor Sánchez, que todos los vecinos firmemos una reclamación de nuestra identidad nacional. Seguro que hay más unanimidad que en Cataluña.

En esas lindezas andan nuestros dos grandes dirigentes de izquierda. Y ambos pueden llegar a presidentes del Gobierno. Incluso pueden gobernar juntos. El progreso que nos espera es evidente: las regiones ya no serán autónomas, sino soberanas y la taifa y el cantón será superados por una suma indefinida de naciones. Empezando por la de Pol. El avance que esto supone solo lo pueden negar los fachas y otras especies a extinguir.