No seamos tontos

María Cedrón ¡CORRE FORREST, CORRE!

OPINIÓN

31 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay gente que cuando viaja acompañada tiende a dejarse guiar por el que tiene al lado. ¿Para qué estresarse interpretando un mapa para buscar la calle en la que está el restaurante de moda recomendado en el tripadvisor? Ya lo harán otros. La cuestión es que al delegar en otros perdemos capacidad de orientación y corremos el riesgo de confundirnos de camino hasta en un entorno compuesto por cuatro calles. Ocurre con el smartphone. No solo hemos delegado en ellos nuestra capacidad para guiarnos por una carretera o en una ciudad, también la de buscar pareja, cazar un ligue para que no nos coja el frío «nunha noite de xeada» o buscar cuál es la capital de Madagascar. Y no está mal. La tecnología tiene muchas ventajas. Nos ha brindado la oportunidad de relacionarnos de manera diferente, de hacer desaparecer la distancia y de reencontrarnos con gente que probablemente, de otro modo, no habríamos vuelto a ver. Pero es bueno recordar cómo se hacían las cosas cuando teníamos teléfonos que ahora vemos como tontos porque solo nos permitían hablar o enviar un mensaje de texto. Pero tras el bum de los smartphones hay quienes han descubierto que esa inteligencia derivada de la tecnología nos está haciendo más dependientes. Por eso, apuestan por volver a esos teléfonos que solo nos permitían hacer una llamada para quedar luego en el bar.