Subida con ralentización

Alberto Vaquero García TRIBUNA

OPINIÓN

25 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El último dato del PIB para Galicia no ha dado sorpresas. Se esperaba un buen resultado y el Instituto Galego de Estadística anunció que la economía gallega creció un 0,9 % en el segundo trimestre en relación al primero, siendo el crecimiento interanual del 3,2 %, un décima por encima de la media nacional. Hasta aquí nada que no fuera esperable si tenemos en cuenta el comportamiento de este agregado en términos comparados desde hace dos años.

Sin embargo, hay que ir más allá de este buen dato y plantear un análisis mucho más detallado. En primer lugar, el diferencial de crecimiento del PIB gallego se ha reducido respecto a la evolución anual del 2016. En marzo el INE indicó que la economía gallega creció un 3,4 % frente al 3,2 de la media nacional. Por lo tanto, nuestro crecimiento es ahora menor que hace seis meses en dos décimas, y el diferencial positivo que teníamos respecto a la media nacional ha caído a la mitad. Cierto es que los períodos de computo son diferentes, pero los resultados son un buen aviso para navegantes.

En segundo lugar, el PIB gallego sigue por debajo de la media española, que hace unos meses ya pudo recuperar la situación económica precrisis, por lo que haría falta crecer muy por encima de la tasa nacional para recuperar este tiempo.

En tercer lugar, se manifiesta un comportamiento muy distinto por componentes del PIB, algunos mucho más dinámicos, que son los responsables de la actual tasa de crecimiento, pero hay otros que no ven todavía la luz al final del túnel. En el primero de los grupos destacan las exportaciones gallegas, que recogen un aumento del 5,5 % durante el segundo trimestre. Para el segundo nos encontraríamos con el consumo de los hogares, que a pesar de la tan señalada -por algunos- mejora económica, no consigue despegar al recoger únicamente un aumento del 0,9 %. Sin duda, la importante reducción de la capacidad adquisitiva de los hogares durante la crisis económica todavía no permite demasiadas alegrías a los bolsillos de los ciudadanos. Desde la perspectiva de la oferta, la industria manufacturera, en buena medida debido a su vertiente exportadora, posibilita el mejor resultado (crece un 5,7 %), seguido de la construcción (3,8 %) y los servicios (3,7 %). Sin embargo, el sector industrial, que debiera ser uno de los que presentase un mayor dinamismo, solo supone un aumento del 2,1 %. En materia de empleo, los contratos a tiempo completo experimentan una tasa de variación positiva, similar a la de la industria, pero insuficiente para reducir nuestra elevada tasa de desempleo y precariedad laboral.

Finalmente, parece que, si bien la economía gallega sigue creciendo, se manifiesta cierta ralentización. Habrá que ver cómo evoluciona el resto del año para saber si realmente se ha tocado o no techo en nuestra senda de crecimiento, como ha señalado hace pocos meses el Foro Económico de Galicia. Si esto último es así, volveremos a tener problemas para recuperar la senda de convergencia que tenía Galicia antes de la última crisis económica. Por lo tanto, luces y sombras en la recuperación económica gallega.

Alberto Vaquero García es profesor titular de Economía Aplicada Grupo GEN de investigación-Universidad de Vigo