El testigo incomodado y los ciudadanos

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

28 jul 2017 . Actualizado a las 08:38 h.

No parece que la expectación mediática, dudo que la ciudadana, por la citación de Rajoy como testigo haya respondido a las expectativas. Como mucho evidencia que el Partido Popular no solo era la casa de tócame Roque, sino que el fin justificaba la ignorancia de los medios. Eso explica la débil legislación existente en torno a democracia interna y a responsabilidades económicas en los partidos. También ese entramado tan común de fundaciones y otros entes para recibir lo que el partido no podía recibir, una vez maquillada la legislación en torno a su financiación.

La comparecencia como testigo se sustancia con Mariano Rajoy satisfecho de sus respuestas, con la excepción de aquellas preguntas sobre su relación con Bárcenas, el ya famoso SMS, con los sobresueldos declarados para paliar una retribución «escasa» como diputado o el viaje recuperador a Canarias, por más que en el último tramo haya recurrido al «que yo recuerde no», propio también de otros dirigentes populares.

Luego de una carrera política con cargos de relevancia en el Partido Popular hasta alcanzar la presidencia, Rajoy ha mantenido que desconocía todo sobre la gestión económica de ese partido. Partido que, a pesar de mil artimañas, se encuentra procesado. Y visto lo visto en torno a esa mancha de corrupción en el Partido Popular, lo más preocupante es que todavía hoy no existe ninguna garantía de que no pueda volver a suceder. Recientes están los asuntos bochornosos en la Fiscalía, el Ministerio de Justicia o el de Interior para alertar de cómo algunos entienden el Estado y el poder.

O por decirlo de otra forma, ni en su acción política ni en su comparecencia como testigo incomodado hemos podido observar dolor de contrición ni propósito de la enmienda. Apenas un «lo siento mucho, pero las cosas son como son y a veces no son como a uno le gustaría». Explicación sustantiva que colma las necesidades de una parte de la ciudadanía que, aun sabiéndolo todo, no por ello deja de sentirse confortada dando su apoyo electoral a Rajoy y al Partido Popular. Apoyo que, dadas las características y la estrategia política de las fuerzas de la oposición, resulta suficiente para que Rajoy, conocedor o ignorante de cuanto ocurrió y ocurre en su partido, siga siendo presidente del Gobierno. Con la colaboración, activa o pasiva, de otros que ahora no han callado.

En África, donde la debilidad del Estado es obvia, la solidaridad familiar o de tribu cuando uno de los miembros alcanza un estatus de poder o influencia lleva pareja la promoción y protección de los familiares y allegados. En Europa tal conducta se tiene por corrupta. En España, aun sabiendo discernir y con un Estado social que protege al ciudadano, la condena no es unánime. Ni aun cuando lo que se hace sea un asalto al Estado y a sus instituciones para beneficio propio, pues para eso están el partido, los que mandan y su poder.

Repasen y recuerden, pero no se depriman. Somos nosotros. Unos más que otros.