Gloria Fuertes o el entierro de la sardina

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

02 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Algo de lo que dice Javier Marías sobre Gloria Fuertes está también en la mente de muchas otras personas. Por ejemplo, yo. No se trata, por supuesto, de valorar la calidad humana del personaje ni sus circunstancias: sexo, inclinación sexual, lugar de nacimiento; ni de la popularidad de su obra. Tampoco es una cuestión de gustos. Gloria Fuertes era peor que Cervantes. Sin embargo, el cuarto centenario de la muerte de aquel, que se cumplió hace un año, pasó mucho más inadvertido que el primer centenario de esta, que se celebra ahora. Madrid, por ejemplo, está llena de carteles que cuelgan de las farolas, y toda una generación de cuarentones canta Un globo, dos globos, tres globos con nostalgia de su propia niñez. Pero Gloria Fuertes para mí era, qué le vamos a hacer, como Gabi, Fofó y Miliki, personas, por otro lado, muy dignas de admiración. En mis gustos poéticos, que son muy amplios, están desde Jorge Manrique y Antonio Machado hasta Blas de Otero, Elena Medel, Blanca Andreu, Yolanda Castaño o Luís Pousa, redactor de este periódico. Pero Gloria Fuertes no. Tampoco su poesía para adultos. Para cualquier otra consideración tiene mi simpatía.

En España antes éramos muy brutos y atábamos latas a los rabos de los perros. Ahora, en cambio, somos todos muy sensibles y cada mañana los sensibles se echan a la calle, con la escopeta cargada y el escándalo a flor de piel, ojeando la liebre de la ofensa que salta cuando uno menos se lo espera. Y, mira por dónde, Javier Marías es una liebre.