La efigie del PSOE y el porvenir de España

OPINIÓN

13 feb 2017 . Actualizado a las 08:48 h.

Mientras millones de españoles seguían las evoluciones congresuales del PP y Podemos, como si el porvenir de España se estuviese jugando entre la Caja Mágica de San Fermín y la plaza de toros de Vistalegre, mi instinto de politólogo me hizo ver que ambos saraos no eran más que un trampantojo político, y que las claves del futuro se estaban jugando el sábado en el no-congreso que celebraron los socialistas en el madrileño pabellón de la ONCE.

El PSOE de hoy es un agujero negro del universo político español, una especie de antimateria política cuya presencia solo es perceptible en sus ausencias. Y por eso no es extraño que Abel Caballero, el gran líder cuantitativo de los socialistas, haya optado por celebrar un congreso en efigie, como los juicios de la Inquisición, en el que, a falta de un verdadero partido, se utilizó a Susana Díaz como la muñeca de trapo que debía hacer visible al PSOE.

Lo que logró Rajoy en la Caja Mágica -un milagro de cohesión y euforia protagonizado por un partido que hace un año olía a desolación y ruina- no valdrá para nada si el PSOE regresa al «no es no» e inicia un ceremonial autodestructivo como el que dirigió Joseph Kibweteere en el suicidio colectivo de la secta ugandesa de la «Restauración de los Diez Mandamientos de Dios» (800 muertos). Y lo que hizo Iglesias en Vistalegre II -una multitudinaria lamida de las heridas recibidas en el prematuro intento de asaltar el poder- tampoco tendrá sentido si el PSOE reflexiona a tiempo y se niega a convertirse al gregarismo populista e independentista que quiere regenerar la política española mediante el desplazamiento del PP y una ruptura caótica con nuestro sistema y nuestra cultura política.

Tenía razón el alcalde vigués al creer que el agujero negro socialista no podía faltar a las citas congresuales del 9 al 12 de febrero, aunque su comparecencia tuviese que hacerse en efigie. Pero se equivocaron los guionistas y estrategas del acto de San Fermín al construir una efigie gaseosa, que nunca acaba de aterrizar, y cuyo obsesivo mensaje es -¡vaya originalidad!- que tiene ganas, que le gusta triunfar y que -sin decir ni cómo ni para qué- quiere convertir al PSOE en un partido ganador.

Lo que ayer vimos en la Caja Mágica y Vistalegre fue un brillante trampantojo de una política disparatada que sigue girando, con riesgo de ser abducida, junto al remolino de antimateria que es el agujero negro socialista.

Y por eso no podremos saber qué pasó ayer hasta que las primarias de mayo y las secundarias de junio nos informen sobre si el PSOE se va a asentar en alguna parte, o si va a estallar como una bomba de fragmentación de las que están prohibidas por la convención de Ginebra. Por eso creo que todos los medios de comunicación de hoy están llenos de paja. Porque el grano, si lo hubiere, no se verá hasta junio.