Al compás del chacachá, del chacachá del tren

OPINIÓN

MANUEL MARRAS

Cómo nos dejamos embaucar por la milonga de que el tren llegaría en 2010

16 feb 2017 . Actualizado a las 17:44 h.

El día 24 de enero del 2003, en el famoso Consejo de Ministros de María Pita, el Gobierno Aznar nos contó, con el pomposo nombre de Plan Galicia, la más estrambótica milonga de nuestra historia -¡que ya es decir!-, en la que se prometía el AVE Santiago-Madrid para el 2010, y el AVE a Bilbao e Irún hacia el 2015. En medio del entusiasmo general que produjo aquella patochada, que Fraga avaló con su proverbial autoridad, escribí esto tres días después (27-01-2003): «Nunca sabré por qué los gallegos nos dejamos embaucar con tanta facilidad. Por eso este artículo es como una especie de rendición frente a una carga de la caballería demagógica que, con toda evidencia, no vamos a resistir. El Plan Galicia puede ser para nosotros, parafraseando a Marx, como el opio del pueblo, y no creo que estemos dispuestos a reconocer, ni siquiera, las verdades del barquero». Del Plan Galicia nos quedaron muchos carteles y un par de atajeas en carreteras secundarias. Y si hoy recordásemos la acogida mediática de tan histórica parida, se nos iban a caer las orejas de vergüenza.

Cuatro años después andaba Magdalena Álvarez prometiendo el AVE a Madrid -porque el de Bilbao ya se había volatilizado- para el 31-12-2012. Y entonces escribí (06-09-2007) esto otro: «Si la llegada del AVE a Galicia quiere decir lo que yo supongo -que un gallego puede subirse a un tren en Santiago a las doce del mediodía y llegar a Madrid a las dos y media de la tarde- y si hacemos proyecciones sobre la construcción del AVE a Barcelona, Valencia y Málaga, es evidente que no hay ninguna posibilidad de que tal cosa suceda antes del 2016. Y si lo que quieren es una profecía, me atrevo a decir que todo sucederá más cerca del 2020 que del 2016. Y por eso tenemos que preguntarnos qué ventaja sacamos de tragar tanto anzuelo y de construir alegres discursos sobre mentiras flagrantes».

La verdad es que ni Isaías profetizaba mejor. Porque en mi acierto de hace catorce y de hace diez años ya estaba incluida la afirmación de que el plazo del 2018 también es falso.

La primera conclusión es que, en contra de lo que todos dicen y los políticos pregonan, en la construcción del AVE a Galicia no se incumplió ningún plazo, ya que el error garrafal consiste en echar la lengua a pacer, con enorme alegría, en los prolegómenos del proyecto. Nadie -ni investigadores, ni ingenieros, ni economistas, ni los simples observadores- se atreve a levantar la voz contra esta indecente manera de engañarnos. Y por eso le pido a Íñigo de la Serna que gestione el AVE sin cantar milongas. Que no me tome por un parvulito. Y que sepa que a mí me da igual que lo termine en el 2018 o en el 2020, siempre que no me siga martirizando con fechas improvisadas y agresiones tan palmarias a mi modesta inteligencia. Porque en el mundo hay muchas cosas que se pueden saber sin ser ingenieros de Caminos.