Alguien voló sobre la Conferencia de Presidentes

OPINIÓN

19 ene 2017 . Actualizado a las 08:47 h.

En un momento en el que España tiene déficit de orden político, jurídico y financiero, la convocatoria de la VI Conferencia de Presidentes Autonómicos (CPA) debería marcar un antes y un después en la gestión de la España virtualmente federal en la que ya vivimos. De ella salieron varios acuerdos, algunos compromisos, y un principio de diagnóstico sobre la verdadera encrucijada del futuro, en la que tenemos que escoger entre el maximalismo diferencialista y competitivo que está generando fuertes desigualdades y atascos financieros, o un federalismo cooperativo que, a base de coordinar esfuerzos y potenciar la solidaridad, profundice en la gestión racional y eficiente, y reduzca la creciente desigualdad del mercado y de los servicios públicos.

Las autonomías fueron la base para la dinamización integral del país, y en su balance actual, absolutamente positivo, está la progresiva igualdad de los territorios y ciudadanos de España. Pero ahora estamos en un momento en el que el ambiente de dispersión individualista e identitaria de la política, y el fin del crecimiento acelerado de los recursos disponibles, están ahogando el sistema, y para evitarlo se han reunido en el Senado quienes a casi todos nos gobiernan.

Por eso es una desgracia y una irresponsabilidad que Urkullu y Puigdemont hayan hecho volar sobre la CPA la sombra del cuco, y que hayan aprovechado esta oportunidad para hacer primar sus ensoñaciones soberanistas y decimonónicas sobre el progreso de España. Dado que los vascos tienen la falsa disculpa del cupo, cabe ejemplificar esta deslealtad en Puigdemont, que, metido en el callejón sin salida de su atrabiliario procés, pretende encontrar un final digno, aunque fracasado, a base de sembrar el caos en el sistema, y de provocar un enfrentamiento traumático entre la Generalitat y el Gobierno -la aplicación del artículo 155 de la Constitución-, para los agravios seudohistóricos que nutren su potencial de chantaje.

Bien hizo Rajoy en recordarle que los acuerdos no dejarán de afectar a Cataluña por el hecho de no asistir a la CPA. Bien hizo Feijoo al insistir en que el actual modelo de financiación, prematuramente fallido, había sido una imposición del tripartito de Barcelona mediante una negociación bilateral con Zapatero. Y bien hicieron todos en constatar que sobre un descenso importante de la recaudación, y un crecimiento constante de los gastos sanitarios, educativos y sociales, no se puede resolver la financiación en una partida de póker. Pero en España no habrá orden ni concierto mientras Euskadi se parapete detrás de su privilegio y Cataluña aspire a generar diferencias privilegiadas a través del desorden y el caos. De eso también tendrán que hablar los presidentes, porque, por mucho que lo retrasemos, el momento de la verdad en Cataluña se está aproximando.