Soares, el arquitecto de la democracia portuguesa

Abel Veiga Copo LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

08 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Portugal despide, a sus 92 años de edad, a Mario Soares, el arquitecto de la democracia que hoy viven y disfrutan los portugueses, el estadista de la libertad. Soares era el último de una generación de gigantes humanos que de vez en cuando regala la vida y enderezan y cambian el rumbo de sociedades enteras. Es y fue para Portugal lo que fue Suárez para España: liderazgo, coraje, valentía, lucha por las libertades y dignidad. Dignidad costase lo que costase, incluso la prisión, el silencio, el exilio o el desprecio inicial de una parte del pueblo que abrazó la dictadura, primero de Salazar, después de Caetano. Se enfrentó a la dictadura con coraje y civismo, lo mismo que hizo frente a un partido comunista que supo cauterizar y orillar para salvar la democracia en los setenta ante la tentación del abismo en las calles.

Mario Soares fue un soñador, pero, sobre todo, un pragmático. Supo orillar la radicalidad, también los principios más sagrados de la izquierda. No concebía, para desgracia de Cunhal, el viejo adversario comunista con el que recorrió las calles lisboetas en abril de 1974 aupado en los tanques, otra izquierda más que la socialista. Sabía que la democracia portuguesa solo sería posible si la economía se enderezaba y en aquel momento no hacían falta experimentos ni recetas radicales.

Tuvo sombras y atesoró luces. Pero por encima de todo fue un constructor de libertad para su pueblo. Ese es el legado por el que los portugueses y muchos demócratas le rinden hoy homenaje.