Iba a dedicar mi artículo a Miguel de Unamuno, pues el sábado se cumplían 80 años de su muerte. Es uno de los grandes intelectuales españoles del siglo XX y, sin embargo, apenas valorado. Tuve la suerte de disfrutar en mis años de bachillerato leyendo su San Manuel Bueno, mártir; ignoro si sigue siendo lectura obligatoria, aunque mucho me temo que no. Ahora estoy disfrutando muchísimo con la lectura reposada de sus obras completas, en una estupenda edición en diez tomos de la Biblioteca Castro.
Cambié de opinión y empecé a escribir sobre el discurso navideño del papa Francisco a la Curia Romana, en el que lanzó un durísimo alegato contra las resistencias maliciosas a su proceso renovador, que «vienen de mentes distorsionadas auspiciadas por el diablo». También arremetió contra el gatopardismo espiritual: los que aplauden al Papa pero no hacen nada para ayudarle a cambiar el rumbo de la Iglesia.
En eso estaba cuando un amigo me envió el vídeo divulgado el pasado lunes por el sacerdote Tom Uzhunnalil, el salesiano secuestrado en Yemen por el grupo yihadista que el 4 de marzo de 2016 atacó la casa de las Misioneras de la Caridad.
En la grabación el religioso indio aparece con aspecto muy desmejorado y dice una gran verdad: «Si yo fuese europeo, habría sido tomado más seriamente por las autoridades y habría sido liberado». Ojalá el nuevo año nos traiga su liberación inmediata.