Pensiones y voto infantil

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EL SÍNDROME G

OPINIÓN

01 ene 2017 . Actualizado a las 10:46 h.

Ahora que las Cortes van a debatir asuntos que afectan más al futuro de quienes todavía están en el cole que al de los talluditos, conviene recordar quién representa a esos niños, sobre todo en temas como educación y pensiones. Son los niños los que pagarán la creciente deuda pública con la que, al parecer, se va a financiar el déficit de la Seguridad Social, aberración inconcebible, como pedir prestado para costear recurrente gasto corriente. Nótese que durante las últimas legislaturas hay cada vez menos legisladores progenitores -véase Podemos-, quizá siguiendo las alocadas tesis de Platón. No deja de ser curioso que lo platónico calase así entre infecundos padres de la Iglesia y de la Patria. Recuerden a San José, Pepe, pater putativus.

Se supone que son los progenitores quienes representan a sus hijos menores. Si hay que operar a algún niño a vida o muerte no debe autorizarlo un funcionario, sino sus padres. ¿Hay decisión más importante que esta? También son ellos los que eligen el cole del niño, si se bautiza, o si se educa en el panteísmo, así como otras minucias. Ay, pero para defender sus derechos e intereses sociales resulta que no. Y eso que el voto de un ciudadano vale 1/50.000 o 1/100.000 en diversas provincias, o concretamente 1/36.518.100 para toda España. O sea, algo así como un 0,000002 %. Pero los juristas, acérrimos enemigos de las matemáticas por comprensibles motivos, se inventaron presunciones iuris et de iure -vulgo, porque yo lo digo-, como que el voto es igual, aunque en una provincia valga la mitad que en otra. La soberanía nacional, dicen, es indivisible. Es para partirse.

Nación: invento de la Ilustración que alude al territorio con unidad jurisdiccional donde se producen nacimientos. Pues bien, los representantes de la nación también dicen representar a los recién nacidos y menores. Y legislarán en el 2017 sobre cuánto van a tener que pagar para sostener el bote sin rumbo y escasa agua potable que es nuestra Seguridad Social, y sobre si tendrán trabajo decente gracias a una educación de calidad, como la finesa o la checa. Los niños aquí no pintan nada, ni tampoco sus tutores legales.

El voto es un derecho evolutivo. ¿Por qué no pueden votar las madres en representación de sus hijos? ¿Quién se cree el mito del elector racional y altruista en vez del intuitivo y egoísta? ¿Tiene menos racionalidad un niño de 13 años que un anciano de 89 con demencia? Si hemos logrado modificar una institución como el matrimonio sin tocar la Constitución ni los tratados internacionales, ¿por qué no ser el primer Estado del mundo en darle el voto a los niños representados por sus madres? Eso sí que sería progresista. Ayudaría a erradicar la discriminación a las mujeres, democratizaría más las decisiones colectivas y fomentaría con coste cero la indispensable fecundidad. España va a tener que afrontar cosas así, como la poligamia, e incluso la poliandria, por mínima equidad. Hay que modernizarse en todo y ser pioneros.