El sistema explica la situación con posverdad

Jaime Miquel
Jaime Miquel AL DÍA

OPINIÓN

30 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Pedro Sánchez ocupa una posición política diferente de la exigida por la dirección de su partido, divide a los electores del PSOE bajo un factor nítido, que es permitir el Gobierno del PP, o no hacerlo. Los socialistas están quebrados y no pueden salir de ahí con Susana Díaz parando, templando y mandando; cuanto más de esto, peor para el PSOE, porque se queda en la meseta sur y en el siglo XX. Cuando Aznar denuncia la falta de personalidad política de Rajoy y luego renuncia a la presidencia de honor de su partido, sucede lo mismo en el electorado del PP, que se divide bajo otro factor que es nítido, en este caso el autoritarismo y el caudillaje equivalente al de Berlusconi o Le Pen. Aznar y Sánchez cuestionan el liderazgo de sus partidos y esto son crisis de verdad, de las que nos hablan poco, porque el sistema político mediático considera que la madre de todas las crisis es la de Podemos, aunque se manifieste bajo un factor que nadie entiende y no divida nada, porque más que una crisis lo de las cartas y los mensajitos es una cursilada, como observa con acierto Emilia Landaluce. De Ciudadanos nos dicen que se lo tragó el PP o que Rivera ya no pinta nada, lo que nos sirve para constatar que el relato del sistema se construye con unos resultados electorales que no entienden y, por lo tanto, nos explican la situación con posverdad.

La clase política de Rajoy define un PP precario disfrazado ahora de centro reformista, cuando el lugar natural de esas siglas es la derecha autoritaria que está indicando Aznar. Acierta Rivera declarándose liberal, porque eso es lado derecho y Ciudadanos pretende a buena parte de los electores populares desmovilizados. Lo contrario de lo que sucede en el otro lado, porque Iglesias está a otra cosa, que es reencontrarse con los gamonales. Para el gamonal no hay PSOE bueno, porque es un hasta aquí llegasteis que se aglutina de otra forma y queda enfrente de la clase política convencional. Ahí hay seis millones de personas que son suficientes para disputar unas elecciones generales, y cuando el PSOE resuelva su liderazgo, a por los huérfanos de Pedro Sánchez. No antes, Íñigo Errejón.

La verdad es que Ciudadanos, Unidos Podemos y las confluencias consolidaron sus espacios electorales después de las elecciones del 20D con resultados objetivos. Le guste o no al sistema, estas formaciones volvieron a sumar el 26 de junio de este año más de ocho millones de votos donde antes no había nada. La verdad es que son los electorados del PSOE y del PP los que se fracturan y se desmovilizan desde esas elecciones. O que hay dos que emergen con quince millones de personas de 45 o menos años de edad, que votan masivamente algo distinto que el PP o el PSOE, mientras que estos se destruyen con los votantes más mayores por el simple agotamiento de su cultura política. Esta generación más joven, que es el motor de los cambios, se organiza de otra forma donde el viejo bipartidismo es marginal, porque su ejemplo no es el mejor y su idea de España se ha hecho vieja, se puede resumir.