¿A qué sonará el mandato de Donald Trump?

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CON LETRA DEL NUEVE

OPINIÓN

18 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Primero pensé que el trumpismo vibraría al ritmo del Star Spangled Banner de Jimi Hendrix en el escenario de Woodstock. El 18 de agosto de 1969, Hendrix despedazó el himno americano con su guitarra en llamas. Lo desarmó y lo volvió a armar ante un auditorio estupefacto -y estupefaciente- mientras América se preguntaba si aquello era un sacrilegio o una genialidad.

Luego se me ocurrió que, ya de volver a los sesenta, a estos cuatro años que tendremos que soportar a Trump les vendría bien la música, pero sobre todo la letra, de The End, de The Doors. Aunque, por culpa de Apocalypse Now, esa canción ya resulta algo tópica y difícil de separar del ruido de las aspas de los helicópteros sobre Vietnam. The End es al fin y al cabo un himno a la autodestrucción.

Pero después de meditarlo, uno llega a la conclusión de que, aunque simbolizan esa dieta a base de sexo, drogas y rock and roll que ciertos gurús recomiendan para sobrevivir de aquí al 2021, Jimi Hendrix y The Doors son demasiado épicos para el inquilino del tríplex dorado.

Tal vez la partitura de la Administración Trump sea la voz en off de Obama humillando al magnate sin piedad, chiste tras chiste, en la cena de corresponsales en la Casa Blanca del 2011. Aquella mueca de furia de Donald Trump hace pensar a algunos que esa misma noche decidió ser candidato y asaltar Washington. Quién sabe.

Entonces, al ver colgada por ahí una foto antigua de Trump junto a uno de los cómicos omnipresentes en la tele de mi infancia, vi la luz. A lo que van a sonar estos cuatro años de Trump en la Casa Blanca no es a Jimi Hendrix. Ni a The Doors. Ni mucho menos a Obama. La música de esta presidencia será la alegre tonadilla de El show de Benny Hill. La que se oía cuando Benny, que en tantas cosas se parece a Donald, huía por la campiña inglesa perseguido por un marido celoso.

Ahora ya sabemos quién es aquella joven rubia a la que acosaba incansable Hill. Se llama América. Solo falta averiguar quién es el viejo bajito al que Benny Hill propinaba capones y collejas sin pausa. Pero mucho me temo que ese viejo calvo y bajito que no para de recibir sopapos somos todos nosotros, los sufridos secundarios de un planeta Tierra convertido por Trump en el plató casposo de El show de Benny Hill.