Italia salta al vacío

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

06 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El grave error de cálculo de Matteo Renzi no solamente le ha llevado a dispararse en su propio pie, sino que ha metido a su país en un buen lío. Para empezar, su propuesta de reforma constitucional fue muy inoportuna, pero, además, distaba de ser clara y en algunos aspectos era muy criticable; de hecho, algunos de los más conocidos intelectuales del país se opusieron vivamente a ella (entre los que se contaban importantes constitucionalistas, como Stefano Rodotà). Pero no nos engañemos, en la neta victoria del no parece haber sido decisivo el componente de malestar y rabia, y eso es lo que permite relacionarlo con otras manifestaciones recientes del voto antisistema. De hecho, la oposición a Renzi ha amalgamado sectores muy diferentes del espectro político italiano -desde el sorprendente neofascismo de Casa Pound y la xenofobia de la Liga Norte a la antipolítica del Movimiento Cinco Estrellas-, que en su gran mayoría son expresión de ese malestar.

En cualquier caso, la dimisión del primer ministro deja a Italia en una situación política muy complicada, para la cual solo parece haber dos soluciones: o un nuevo Gobierno técnico à la Monti (probablemente dirigido por el economista Pier Carlo Padoan) o la convocatoria de nuevas elecciones. Si bien lo más lógico sería esto último, no hay duda de que un escenario electoral representa ahora mismo un grave problema para el país. No solamente porque pudieran ganar los antisistema de Beppe Grillo, cuyas propuestas políticas son etéreas y contradictorias (y en relación con Europa, nada tranquilizadoras). Por algo peor: las elecciones se celebrarían, obviamente, con las mismas reglas del pasado, con lo que en la situación actual de fragmentación del voto, podría ocurrir fácilmente lo que ya pasó, por ejemplo, después de las elecciones anteriores; es decir, que al Parlamento le resulte imposible formar Gobierno entre los candidatos presentados, lo que obligaría a buscar soluciones a la italiana (como sucedió, primero, con el Gobierno Letta y luego con el del propio Renzi).

Todo ello significa, desde luego, que el grado de inestabilidad política aumenta considerablemente. Y ello representa ahora mismo un notable peligro, dada la frágil situación económica por la que el país sigue atravesando. Porque Italia continúa sumida en una larga onda de estancamiento productivo -que, dato significativo, viene de antes de la crisis-, y sobre todo, porque su sistema bancario está muy dañado, estimándose que el conjunto de los bancos mantienen en torno a 360.000 millones de euros en activos tóxicos. Desde hace meses dos entidades de carácter sistémico, el Monti dei Paschi di Siena y Unicredito, están entre los bancos cuyo estado más sospechas suscitan en la eurozona. Cuando está lejos de despejarse el panorama financiero de la Unión Económica y Monetaria, no es raro que Italia vuelva a ser objeto de atención, y que genere altas dosis de aprensión, más allá de los Alpes.