¿Cuándo dejarán de sobreactuar los diputados de Unidos Podemos? ¿O es que tan solo tratan de provocar para que se hable de ellos aunque sea mal? Que se hayan ausentado de la Cámara baja durante el minuto de silencio que se guardó por el fallecimiento de la senadora Rita Barberá no solo es una ofensa a la figura de la política valenciana y a sus familiares, sino una falta de respeto hacia unas instituciones a las que libremente han optado por pertenecer. Y de las que cobran puntualmente todos los meses. Nadie les iba a pedir que asistieran al entierro. Ni siquiera unas palabras de condolencia dirigidas a los suyos. Se les pedía respeto ante el fallecimiento de un ser humano. No se trataba de un homenaje. En absoluto. Este ya se lo harán sus correligionarios, si es que lo creen oportuno. Me quedo con las palabras de Joan Baldoví, líder de Compromís, formación valenciana que concurrió con Podemos a las pasadas elecciones: «Nos hemos quedado al minuto de silencio. Por encima de cualquier diferencia política, era una muestra de respeto personal». Aunque ofende quien puede, y no quien quiere, la conducta de Iglesias descalifica al político, y sobre todo al ser humano. Porque, en cambio, son los primeros en salir en defensa de un terrorista como Otegi. Es cuestión de tiempo que la Justicia investigue a alguno de ellos por presunta corrupción. Más de uno de sus líderes apunta maneras al respecto. Llegado el caso, seguro que ni colorados se pondrían. Su revolución lo justifica todo.