Populismo y periodismo

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

21 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Sorprende la gran variedad de todo aquello a lo que llamamos populismos. Los hay de todos los colores imaginables: rojos, verdes, blancos, amarillos, etcétera. La palabra populista sirve para designar a los ultraizquierdistas de Podemos en España y a los ultraderechistas de Le Pen en Francia, pero también a los euroescépticos británicos y, en un sentido histórico, a los progresistas estadounidenses de Roosevelt y Kennedy o a los conservadores de Reagan y Bush. Y ahora, claro, también a los seguidores de Trump.

¿Qué relación hay entre todos ellos? Bastante, en la medida en que reflejan un deseo de cambio radical. Pero este cambio es de muy distinta naturaleza en cada caso, porque el populismo se caracteriza por ser una vía o modo de hacer con un fin extremista. Es como un vaivén social y político que se presenta como una alternativa redentora, tanto cuando es de derechas como cuando es de izquierdas. Y surge como una alternativa a políticas de centro más o menos escoradas a un lado u otro, pero no adscritas a los extremos.

El buen periodismo estadounidense se pregunta ahora, con cierto pasmo, si ha cumplido con su deber, no solo divulgando informaciones veraces en el período de la campaña electoral, sino consintiendo que un periodismo amarillo, preferentemente digital, haya campado a sus anchas con noticias falsas que han devastado el terreno de la veracidad y socavado la democracia. Y creo que es una magnífica pregunta que, por desgracia, no tiene una respuesta fácil.

Porque la realidad (acabamos de verlo) es la que es y en Estados Unidos han convivido -y siguen conviviendo- dos clases de periodismo (dos al menos): la que quiere desentrañar la verdad y ofrecérsela a sus lectores, oyentes y televidentes, y la que pretende convencer y ganar adeptos para una causa manipulando la realidad. Las fronteras entre uno y otro periodismo no aparecen siempre tan claras como sería de desear, pero existen y está bien saberlo. Porque el público también ha de tener un criterio crítico respecto de lo que se le cuenta. Y, para ello, debe indagar sobre los medios que lo informan y sus intereses.

Los medios que defienden populismos son en general fáciles de identificar. Solo cuentan lo que es de provecho para su convento.