El PSOE, entre el suicidio y la abstención

Diego Pérez Fernández
Diego Pérez CONTRAPUNTO

OPINIÓN

29 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La huida hacia adelante de Pedro Sánchez duraba demasiado. Heredó como secretario general el alicaído PSOE de Rubalcaba con 110 diputados; lo bajó como candidato a 90 y se puso a seducir a una formación que solo quería devorarlo; siguió retrocediendo hasta los 85 sin perder las ínfulas de presidenciable; y ahora, con buena parte de España clamando contra unas terceras elecciones, pretendía forzar a sus compañeros a dejarle obrar el milagro de la resurrección. Estos ya le han empezado a decir que no, y no hay nada más triste en este mundo que un muerto que todavía no sabe que lo está.

Sánchez solo tiene 44 años. Para él no reza el aserto de que, después de los 50, si te levantas un día y no te duele nada es que estás muerto. Pero a muchos dirigentes socialistas que peinan canas sí les alarma el deterioro del partido. Han visto el abismo al que se enfrenta. La cosa bascula entre emprender una aventura que bien podría acabar en suicidio político o tomar el balón de oxígeno que, mal que les pese a los militantes, representa la abstención con condiciones (¿puede permitirse un país fragmentado no negociar?) en una investidura de Rajoy, y empezar así a respirar al cabo de dos años de legislatura. El resultado de las elecciones gallegas y vascas (en menor medida) ha contribuido a que afloren sentimientos larvados. El PSOE no se va a morir con Pedro Sánchez.