Fin a un ciclo político que empezó y acabó en Galicia

Tomás García Morán
Tomás García Morán LEJANO OESTE

OPINIÓN

26 sep 2016 . Actualizado a las 12:07 h.

Hace justo cuatros años, el analista electoral Jaime Miquel pronosticó en La Voz que la mayoría absoluta conseguida por Feijoo sería la última que veríamos durante años, que el PP perdería a medio plazo la hegemonía en Galicia y que el bipartidismo era historia en España porque estábamos asistiendo al nacimiento de un nuevo espacio ciudadano, transversal a las diferentes ideologías y de ruptura con las reglas de juego establecidas en la Transición. Miquel es un analista audaz que siempre se moja. Y por ello, aunque el resultado de anoche le haya quitado parcialmente la razón, es de justicia poner en contexto aquel augurio: entonces Podemos ni siquiera existía y lo que vino después, todo lo ocurrido en la política española durante los últimos cuatro años, no estaba en la agenda política de nadie ni mucho menos era fácil de anticipar.

Miquel se inspiraba sobre todo en la irrupción de AGE, germen de Podemos y del vuelco municipal del 2015. En la edición digital de La Voz empezamos a ver que se abría un espacio político nuevo unos días antes. El lunes previo a los comicios, un encuentro digital de Beiras con los lectores superó en audiencia al del resto de candidatos juntos e hizo añicos los sondeos. Dos días después, la gente no cabía en los mítines. La tendencia se consolidó en los meses posteriores: los términos «Podemos» o «Pablo Iglesias» en un titular garantizaban que una noticia se colara entre las más leídas. Y así ocurrió durante casi tres años.

El ciclo virtuoso de la política española alcanzó su cénit en el curso 2014-2015, que se inició con las europeas que consagraron a Podemos, continuó con los mayores escándalos de corrupción en décadas (Bárcenas, Pujol, tarjetas black...) y culminó con el nuevo mapa municipal. A esa ola se subieron las televisiones que, en contra del sentir popular, no crearon ese caldo de cultivo, sino que lo supieron aprovechar (y pasado mañana, cuando vuelva a estar de moda hablar del hijo de la Pantoja, volverán a arrinconar la política al cajón del telediario).

Ese ciclo iniciado en octubre del 2012 se agotó anoche. Y el protagonista ha vuelto a ser Alberto Núñez Feijoo, el político que ha conseguido las últimas dos mayorías absolutas de la democracia parlamentaria española. El éxito de Feijoo, una quimera hace medio año, es exclusivamente suyo. Acertó desmarcándose de su partido y vuelve desde hoy a la primera línea como alternativa para la necesaria regeneración del PP.

En los resultados ha tenido también mucho que ver el desencanto del electorado joven con la denominada nueva política. Esos espacios de ruptura que vislumbraba Miquel no han madurado en alternativas de gobierno: la prueba es el desgaste de la Marea en sus feudos y la capacidad de resistencia de PSdeG y BNG. A nivel nacional, la incapacidad de los partidos para ponerse de acuerdo ha provocado un empacho de política que ha acabado de enterrar este período inolvidable.