Bienvenido

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

18 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que si la tierra fuera de oro la gente se pegaría por un puñado de arena. Dicen que todo cansa y que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Dicen que no hay mal -ni bien- que cien años dure. Dicen que nunca llueve a gusto de todos.

Dicen bien los dichos o al menos a mí me lo parece, porque después de este larguísimo verano unisex con sobredosis de rayos uva, copas, churrascos, playa, fiestas y camisetas de sisas, ya me dolía la piel, el estómago, las caderas y el alma de tanta bulla.

Bienvenido sea el señor otoño, con sus vientos y lluvias, sus ocres, sus hongos y sus castañas. Bienvenida la tranquilidad y el silencio del fuego en la lareira acompañado de un buen libro; alabado sean el jersey de cuello alto, la caricia de la penumbra tempranera y el silencio de los grupos de WhatsApp.

Que gusto de días cortos, de noches largas y emparejadoras, de tertulias con coñac y sin gintonics, de pizzicatos clásicos sin la Paris de Noia ni el Combo Dominicano.

Qué agradable sensación de silencio en el campo, sin bombas de palenque estallando por los cuatro puntos cardinales; sin ubicuas fiestas medievales, alboradas atronadoras ni batallas de tebeo y sin esa bulimia de fiestas de todo lo devorable.

Qué tranquilidad pasear sin enjambres de niños sin estabular, sin señores con la casquería al aire en chanclas y bermudas, sin hormonas adolescentes impregnándolo todo. Sin ruido.

Sería casi perfecto si no fuera por la música de fondo político electoral que no cesa y aburre hasta la saciedad, por la matraca de corruptelas, juicios, nombramientos, desnombramientos y acusaciones de última hora que parecen el estrambote final de una fiesta que no acaba nunca.

Si no fuera por tener que soportar estoicamente los relatos pormenorizados de los viajes exóticos de los amigos -parece que hoy si no te vas de viaje exótico y lejano no eres nadie-, con interminables sesiones de fotos del móvil mostrándote sus andanzas, casi igual de tediosas que el vídeo de la boda o la comunión del niño.

Si no fuera porque acabada la fiesta veraniega hay que recoger los kilos de más, el sueño de menos, pasar de cero a cien en el trabajo que se acumula al mismo ritmo que los kilos y volver a juramentarse regresar al gimnasio y aprender inglés... ¡Qué fatiga!

Lo dicho, bienvenido sea el otoño, que manda a la gente al rincón de pensar aunque en el fondo no piense, que quita el moreno favorecedor y que nos devuelve a la pálida realidad de lo que somos.