Galicia en el ránking de competitividad europea

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe FIRMA INVITADA

OPINIÓN

05 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni somos los campeones del crecimiento, ni registramos los menores índices de endeudamiento, ni generamos empleos por doquier. Así es la economía gallega. Los balances de los pasados ejercicios así lo demuestran. Pero quizás ahora nos convenga centrarnos en los factores de competitividad; es decir, en poder compararnos con otros territorios en idénticas o parecidas condiciones.

La competitividad ha sido siempre abordada y medida en términos de capacidad para situar y posicionar los productos fabricados en una economía o en un territorio en un mercado internacional. Es, por tanto, un concepto relativo, pero fundamentado en un concepto absoluto que implica que la competitividad pueda reflejar un conjunto de condiciones propicias para lograr y mantener una senda de crecimiento sostenido. Los economistas han discrepado mucho a lo largo de la historia sobre los componentes que han de ser incluidos en el cálculo de la competitividad; pero, a pesar de dichas controversias teóricas, hay acuerdos unánimes y universalmente aceptados a la hora de calcular ciertos índices. En este sentido, es obvio que parámetros como los relacionados con las tasas de cambio, los costes salariales, la fiscalidad, la calidad de los productos, la innovación, entre otros, se tienen en cuenta de manera regular.

La aceptación de una mayor rivalidad y competencia entre economías y territorios pone de manifiesto que existe una intensa movilidad de los factores de producción, que se visualiza a través de una más que prolija dinámica de intensificación de la división del trabajo, de la deslocalización de empresas y de la formación de cadenas de valor añadidas. Por eso se habla de las ventajas comparativas, de la especialización y de la diferenciación, de las economías de escala, de la gestión territorial y de las estrategias marca-país.

La Comisión Europea, en su sexto informe periódico sobre las regiones, afirmaba que «la competitividad regional se define como la habilidad de producir bienes y servicios que cumplan con las pruebas de los mercados internacionales, al tiempo que mantengan niveles de ingresos altos y sostenibles». En un trabajo publicado sobre la competitividad regional europea, en el 2013, la propia Unión Europea sitúa a Galicia en un puesto muy retrasado, el 182 de los 262 entes regionales. La razón estribaba en que no lográbamos posicionarnos en las mejores condiciones en los ámbitos de los componentes básicos (que agrupan la capacidad de las instituciones, la estabilidad macroeconómica, las infraestructuras, la calidad sanitaria y los niveles educativos obligatorios); de los componentes relativos a la eficiencia (que incluyen la educación superior, el mercado de trabajo y el tamaño de mercados), y de los componentes relacionados con la innovación (que refleja los niveles de tecnología, la sofisticación de los negocios y la innovación).

Este año, y de cara a completar esos datos, la propia Comisión Europea acaba de elaborar un nuevo ratio, denominado Índice de Progreso Social. Es un indicador sintético que agrupa cincuenta variables que recogen los puntos fuertes y débiles de las regiones. Incluye doce componentes más generales (sanitario, calidad del agua, nivel de seguridad, acceso y coste de la vivienda, acceso al conocimiento, nivel de comunicación, salud, economía, desarrollo humano, libertad, tolerancia e inclusión y educación). Galicia ocupa, según este Índice de Progreso Social, el puesto 157 de un total de 272 regiones europeas. Este índice va más allá de la medición del Producto Interior Bruto; evalúa, por lo tanto, otras variables que definen un conjunto de parámetros más amplios y así identifican mejor las condiciones de cada sujeto estudiado. Los resultados del mismo reflejan un peor posicionamiento de Galicia: muy alejada de la media europea y con un nivel inferior al obtenido por el PIB per cápita regional, que registraba para Galicia el puesto 144 de las mencionadas 272 regiones.

A modo de resumen, creo que debemos admitir que la competitividad ha de plantearse sobre tres retos. El primero sería lograr especializarse en bienes y servicios con los factores de inversión disponibles y asociados, de cara a incrementar nuestra base exportadora. El segundo desafío consistiría en abrir las posibilidades de convertirnos en un lugar de rendimientos crecientes y de buena reputación internacional. Y el tercer reto, considerar que el conocimiento, y su aumento progresivo y constante, resulta básico para afrontar el desarrollo. De esta manera, Galicia podría mejorar su posicionamiento internacional y lograr ser más competitiva en los próximos años. Soy optimista en cuanto a que los candidatos y el Gobierno resultante de las elecciones tomen nota de la apuesta.

Fernando González Laxe es el expresidente de la Xunta de Galicia.